Las zahoríes que buscamos el núcleo de las narrativas ideológicas, disfrutamos escudriñando discursos y restaurando contextos perdidos. En 2006, Euronews entrevistó a Otegi y no se cumplió la profecía de Fukuyama. Sin embargo, la reacción suscitada por la entrevista al dirigente de EH Bildu en TVE, tiene sus implicaciones en cuanto a la concepción misma de la democracia. Acusar al ente público de blanquear a terroristas, de humillar a las víctimas, por haber entrevistado a Otegi, refleja hasta qué punto el totalitarismo soft impregna el biotopo mediático español, en el que [nause]abunda la crónica «negra» y el mundo de las emociones exacerbadas; el divertimento y la espectacularización, en detrimento de la interpelación y la argumentación. Y es que tener miedo a saber, nos condena a la ignorancia. ¿Cuántas generaciones han convivido con la calumniosa versión oficial del asesinato de la niña Begoña Urroz?

18 años después de la invasión de Afganistán, con sus bombas y flores para las mujeres de Kabul, se inician las negociaciones entre EEUU y los talibanes en Doha (Qatar). En las conversaciones no se eluden cuestiones tan peliagudas como qué es el terrorismo y quién es terrorista. Es un hecho aceptable que no existe una definición universalmente aceptada del término «terrorismo». Lo que sí existe es un uso ideologizado del mismo.

Habría que preguntarle a Aznar si estaba legitimando los objetivos terroristas y debilitando la democracia, cuando, en 1998, dijo que había «autorizado personalmente contactos para abrir un proceso de paz». En rueda de prensa conjunta con Yasir Arafat, el entonces presidente del Gobierno español dijo: «Yo he querido que los ciudadanos supieran y tengan muy claro que el Gobierno, y yo personalmente, ha autorizado contactos con el entorno del Movimiento Vasco de Liberación [...] cuantos pasos tengamos que dar en este sentido, serán conocidos por la opinión pública española, que los podrá juzgar y los podrá valorar». Nos envuelve una espiral del silencio.