14 JUL. 2019 EDITORIALA Clientelismo que limita frente a auzolan que genera alternativas EDITORIALA La precuela sobre cómo los mayores morosos de la Hacienda de Gipuzkoa –los hermanos José Ramón y José Miguel Osinalde Echaniz, cada uno con una deuda de unos 31,5 millones de euros–, fueron en una vida no tan anterior socios de la misma Diputación y cómo esta terminó pagándoles una gran suma de dinero por un convenio irregular que no se cumplió resulta ilustrativa de una forma de hacer y entender la política. La historia entre estos promotores y la administración tiene varios elementos escandalosos. Por destacar uno, estaría el hecho insólito de que una institución ofrezca beneficios fiscales dentro de un acuerdo de promoción y servicios inmobiliarios. Se parece a los famosos «días sin IVA» que tanta polémica han generado, porque inducen a pensar que realmente se quita dicho impuesto y porque contradicen la pedagogía sobre el sistema impositivo. Solo que en este caso la impulsora era una institución, la Diputación de Gipuzkoa, que sí que tiene responsabilidad sobre los impuestos. Visto con perspectiva, prometieron beneficios fiscales a empresarios que en su carrera han hecho todo lo que estaba en sus manos para no pagar lo que les tocaba. El acuerdo comienza siendo Román Sudupe diputado general y termina en litigio con Joxe Juan González de Txabarri en ese mismo cargo. A Markel Olano y a Joseba Egibar les sale la soberbia con la oposición, pero antes deberían reparar a las genealogías internas del PNV. Finalmente la institución foral tuvo que abonar a la ahora supermorosa familia 212.057,39 euros por no cumplir aquel trato. No deja de ser paradójico que en medio de este embrollo se encuentre la incineradora. En un principio, esa infraestructura se planeó en los terrenos en litigio de los hermanos Osinalde. Aun sin entrar al fondo del asunto, el tribunal apuntó la naturaleza «contaminante» de la incineradora para razonar la sentencia que obligaba a la Diputación a indemnizar a sus socios. Era 2010 y nadie pensaba que la Diputación acabaría bautizando la planta incineradora como Centro Medioambiental de Gipuzkoa. La desfachatez es una de las características de esta manera de entender la política. No es un caso, es una tradición y un sistema Habrá quien considere que el de los Osinalde con la Diputación de Gipuzkoa es un caso aislado, pero más bien muestra una manera de entender las relaciones entre las instituciones y el mundo empresarial. El clientelismo por el que se han regido una gran parte de estas relaciones en Euskal Herria ha moldeado un tejido público-privado parasitario, conservador, opaco y refractario a rendir cuentas. Ni todas las instituciones ni todo el empresariado vasco actúan así, sin duda. Pocas entidades representan tan mal a su sector como las principales patronales al tejido empresarial vasco. La mayor parte de este tejido socioeconómico vive de lo que produce y vende, con un gran trabajo, compartiendo beneficios y pagando impuestos. Una gran parte de las administraciones siguen criterios de transparencia y eficiencia en sus contrataciones. Pero ambas conviven con ese otro sistema clientelar en el que se repiten los nombres, las adjudicaciones y las relaciones. Y todo el mundo lo sabe. Auzolan y alternativas para crecer El clientelismo es la antesala de la corrupción y las instituciones vascas no están libres de ella, ni mucho menos. Compararse constantemente con los indicadores del Estado español promueve una autocomplacencia nefasta. No obstante, hay razones para sentir orgullo de un pueblo que es capaz de articular la solidaridad y ofrecer alternativas. La manera en la que el pueblo de Tafalla ha organizado un auzolan para reconstruir lo devastado por las inundaciones de esta semana es magnífica. De par de mañana, brigadas compuestas por personas voluntarias llegadas de diferentes puntos y técnicos de las administraciones han realizado las labores necesarias para recuperar la normalidad. La respuesta del Ayuntamiento y de la sociedad ha sido ejemplar. Asimismo, esta semana la iniciativa Transformative Cities ha considerado a Goiener Elkartea uno de los modelos a seguir en el ámbito energético y a nivel mundial. Hay ámbitos en los que Euskal Herria puede llegar a ser pionera y proyectarse como un polo para generar alternativas. Para ello debe vincularse con sus mejores valores y dejar atrás las más tristes de sus tradiciones.