«Los tratados de libre comercio han tenido consecuencias más duras para las mujeres»
Especialista en relaciones internacionales e investigadora social en la Universidad Nacional de San Martín, la activista de Attac-Argentina Luciana Ghiotto ha acudido con un programa de conferencias y encuentros bien cargado a la contracumbre de Hendaia-Irun.
En ésta, que es su segunda visita a Euskal Herria, Ghiotto trata de aportar a los movimientos sociales europeos que enfrentan hoy a procesos de ratificación de tratados de libre comercio las enseñanzas sobre los efectos de esa herramienta ultraliberal que castiga más duro a las mujeres.
Luciana Ghiotto forma parte de la red de activistas y expertos que trabajan a escala continental para tratar de recoger en un manual, que esperan publicar para el próximo otoño, la amplia galería de efectos derivados de la aplicación de las políticas de desregulación del mercado y de privatización de servicios básicos que son el santo y seña de los tratados de libre comercio (TLC) que se empezaron a aplicar hace un cuarto de siglo en Latinoamérica.
Viene de Argentina, que acogió el año pasado la cumbre del G20. ¿Cómo ve ese foro, como un contrapunto al G7 o como una versión ampliada de sus políticas?
El G7 responde al contexto del derrumbe de la URSS. El G20 responde a otro momento histórico, marcado por el ascenso de China y el despegue de los países emergentes –el grupo Brics– que se incorporan a la esfera internacional a finales de los 90. Hoy la situación es distinta porque, aunque el ascenso de China es indiscutible, un G7 con Trump a la cabeza es sinónimo de una tensión política que se hace tan evidente y que, en ocasiones, llega a primar sobre el principio de consenso; un principio de consenso que guía a ese grupo y en general al capitalismo, de querer imponer las reglas para seguir acumulando beneficio. La reunión del G7 del año pasado en Canadá reflejó esa foto de un Trump más seis. Trump les achaca a los otros seis el debilitamiento de su posición frente a China. Y esos países le reprochan a Trump que con sus políticas de aranceles y castigo comercial haga peligrar las exportaciones de los demás.
Espera, entiendo, una cumbre de Biarritz tensa, marcada por esa guerra comercial declarada por EEUU a China.
Sí y no, porque hay otros elementos que pueden animar a atemperar las cosas. Tenemos el cercano relevo de liderazgo en Alemania, el papel de Rusia, que incide desde fuera, o la próxima salida de Trudeau… y, por si fuera poco, a la inestabilidad se suma un Trump al que le falta poco para entrar en campaña. Hay tensión, pero Trump tiene abierto un frente tan fuerte con China que quizás deba calmar los ánimos, también pensando en el campo interno, donde algunos sectores le advierten del peligro de perder negocio. El capitalismo anda en bicicleta; si no pedalea se cae, necesita crecer y crecer. En resumen, esa diferencia sobre cómo enfrentar a China, sin perder opciones de mercado, va a pesar mucho, ya veremos en qué dirección, en Biarritz.
Cumbre de la OMC, luego del G20... al presidente Macri le premiaron los poderes trasnacionales en su búsqueda de proyección externa pero le han castigado los electores. Macron busca relumbrón en Biarritz, pero la deslegitimación social a sus reformas es evidente, como se ha visto con la protesta de chalecos amarillos.
Puede haber una cierta similitud, pero la comparación me parece algo forzada. Macri no ha podido hacer las reformas que le imponía el mercado. En Francia es distinto, entiendo, porque los grandes ejes políticos vienen marcados por la UE. Pero tiene razón cuando dice que a Macri no le ha rentado ese papel de anfitrión de la cumbre de la OMC, del G20, porque le han dado un buen susto en las elecciones. Hay algunos paralelismos, pero los contextos son aún muy distantes en el caso argentino y el francés. El movimiento social argentino se activó y le frenó a Macri en la calle las reformas, y ahora quizás ya no sea de tanta utilidad a los poderes financieros que ya no creen a ciegas en él, porque no pudo hacer lo que le dijeron.
El G7 huele a naftalina. ¿El G20 está amortizado también? Se ven lejos sus tiempos de intervención para poner un poco en vereda a los mercados financieros...
Totalmente amortizado. Hasta 2009 hablábamos de la tasa Robin (Hood), destinada a regular el mercado financiero. Desde entonces, el G20 que abogó por ese instrumento reproduce recetas del modelo internacional ultraliberal. Sí me parece que, aunque hay más actores, los integrantes de ese foro ampliado no proveen soluciones a problemas globales, apenas si llegan a dar respuestas parciales en materias concretas.
Me interesa poner la atención en cómo recuperan la cuestión de genero, pero ligando la igualdad con el emprendimiento, preconizando el acceso de las mujeres al crédito, al sistema bancario, lo que, según señalan varios estudios, en países subdesarrollados, sin un ecosistema de apoyo público, conduce en muchos casos al fracaso de esos proyectos y al endeudamiento de las mujeres. Mujeres que, por cierto, cuando pierden sus negocios, son mejores pagadoras de las deudas.
No se habla demasiado de ese circulo vicioso, pero está ahí, y hay que significar que, con el apoyo del G20, se lleva a cabo esa política errónea que lleva a caer, si cabe, más abajo en la pobreza y en la precariedad a las mujeres, cuando es conocido que de por sí soportan una vulnerabilidad extra. Incluso cuando hablamos de impactos de los TLC, como los derivados de las reformas del trabajo, hay que saber que todavía el perjuicio resulta más grande para las mujeres, que son el grupo mayoritario en las maquilas, en las fábricas de la explotación que florecen en la frontera sur de Estados Unidos.
Las consecuencias del TLC tienen, por tanto, rostro de mujer.
Un TLC tiene siempre un impacto mayor en los sectores más vulnerables, porque afecta al acceso a salud, a la educación, a servicios que son especialmente necesarios para las mujeres. La reducción de políticas sociales, en pro del equilibrio fiscal de los estados o del control del gasto, tiene mayor impacto en las mujeres, que pagan en mayor medida los efectos de la apertura económica y la liberalización. Y eso es porque sostienen los hogares, y deben pagar más caros los servicios básicos, la luz, el agua…
Además, en una reestructuración productiva, como las que genera un TLC, el hombre siempre tiene mas opción de acceder al empleo. A situación igual, la mujer se verá más precarizada. Hay un concepto que define bien cómo se produce en las maquilas, lo llaman turismo industrial o económico, y creo que está bien traída la definicion: las empresas de Estados Unidos mandan una tela a México y toda la elaboración textil se realiza fuera del territorio, pero el producto elaborado regresa para la venta a EEUU. Y entre las mujeres con más niveles de precariedad evidentemente figuran las migrantes, que carecen de todo derecho. Esa es una constante en Latinoamérica, también en el sudeste asiático.
América Latina tiene gran experiencia en la lucha contra los TLC. Tienen mucho que aportar a los movimientos sociales que enfrentan, ahora en Europa, la ratificación de tratados que favorecen a las trasnacionales.
En todos los países en que rige un TLC hay líneas de impacto que se repiten. Los efectos de esos tratados no tienen nada que ver con los beneficios –más desarrollo, más empleo, diversificación de exportaciones, transferencia tecnológica..– que se prometían. Ningun país de América Latina sujeto a TLC –Colombia, México, Chile, Perú...– ha diversificado su economía. Al contrario, se ha vuelto a la primatización, al monocultivo. Chile exporta salmón, cobre, vino y madera; Costa Rica vende al mundo más desarrollado frutas tropicales; Colombia exporta café, petróleo, flores, bananas; Ecuador, pescado sin procesar, flores.. No sólo no ha habido diversificación, sino que se mintió cuando se dijo que los TLC traerían transferencia tecnológica. Al contrario, en muchos de esos textos se prohíbe eso explícitamente.
Llevamos 25 años de tratados y, como dice, tenemos una esperiencia acumulada que nos señala que los TLC no han cumplido ninguna de las promesas que extendieron. Y que, muy al contrario, sus impactos han sido claramente nocivos para amplias capas de la población. Creo que esa experiencia puede servirles a ustedes para desmontar cualquier argumento en favor de los TLC.