M.I.
MIENTRAS DURE LA GUERRA

Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta

A grandes rasgos se puede concluir que Alejandro Amenábar funciona mejor en el género fantástico que en el realismo histórico, motivo por el que sus películas más flojas son “Mar adentro” (2004), “Ágora” (2009) y “Mientras dure la guerra” (2019). Especialmente esta última, mal recibida por la crítica en el SSIFF, y que no parece vaya a despertar el interés de un gran público cansado por la política actual y su conexión con el guerracivilismo, a pesar de la masiva campaña promocional. La imagen de una bandera española que vira del blanco y negro al color resume la tesis amenabariana de que más de ochenta años no son nada y que aquellos polvos trajeron estos lodos. Visto así, el germen de la partidocracia podría estar en el filosofante Unamuno, que diriase un trasunto de Fernando Savater, y que se arrancó con un «huyamos hacia la derecha».

Y lo que son las cosas, la película en lugar de provocar la anunciada polémica política, ha dividido a sus primeros espectadores y espectadoras en el juicio sobre el reparto estelar. El debate se centra en si falla el casting o si los actores y actrices principales están vendidos ante lo caricaturesco de sus personajes. Sea por lo que fuere, es difícil creerse a este Unamuno, a Franco, a Carmen Polo, a Millán-Astray y compañía.