GARA Euskal Herriko egunkaria
AZKEN PUNTUA

A prueba


Jerry es homosexual. En principio a nadie debiera de importarle su orientación sexual, pero en su Nigeria natal hay quien no comparte esta opinión, hasta el punto de propinarle una paliza de muerte que para su pareja resultó literal y que a Jerry le dejó en coma el tiempo suficiente como para que al despertar solo soñara con huir, escapar de un país donde ser gay no es solo un delito como lo era en la Francia de De Gaulle, sino que es un crimen que puede llegar a ser castigado con la lapidación si no le linchan a uno antes. Jerry quizá creyó que al llegar a esta parte de Euskal Herria, en esta vertiente en que gobierna la patria de los Derechos Humanos, se encontraría definitivamente a salvo. Y no. Porque la administración francesa, la de la fraternité, estima que no puede aceptar su demanda de asilo hasta que no sea probada su homosexualidad, por lo que lo más probable es que Jerry sea deportado hacia el pasado donde le espera una condena medieval por el simple hecho de amar. Y eso, cuando se cumplen ahora veinte años desde que la República de la égalité aprobara la unión civil entre personas del mismo sexo. Pasarán otros veinte años, por lo menos, para que en el país de la liberté no importe lo que Jerry o cualquier otra persona libremente sienta. Lo que está a prueba aquí no es una orientación sexual, sino la orientación política y humana del sistema que administra este país.