Jimmy Muelles
Politólogo
KOLABORAZIOA

¿Quiénes son los liberales españoles?

Estaba tirado en el sofá, aburrido, cuando he notado por el rabillo del ojo que el perro me estaba mirando. Tenía la misma expresión de aburrimiento que yo. Por eso le he preguntado: «¿Quiénes son los liberales españoles, Mao?».

Sabe Dios que en España los liberales no han gozado de muy buena fama, y es que hay que tener mala baba para llamar afrancesados a todos los que a principios del XIX tomaron partido por la modernización y la constitución liberal. Ni liberales ni comunistas han sido nunca de la piel de toro, como la llamaba Estrabón. En todo caso serían franceses, o rusos, o yo qué sé. El español bueno es sólo español, no necesita apellidos. Como nos recuerda el prócer del Neoespañolismo Ciudadano: «Recorriendo España yo no veo ‘rojos’ y ‘azules’, veo españoles; no veo jóvenes y mayores (…) veo españoles. Vamos a unirnos para recuperar el orgullo de pertenecer a esta gran nación». Y si no tienes orgullo de pertenencia, vete a Venezuela.

Hojeo "El Mundo", "El País", "La Razón" y "ABC", así como otros tantos periódicos digitales que se autodenominan liberales; cuando hablan de Catalunya, ni entre todos los columnistas suman un solo liberal. No hay ni rastro del Locke que aborda el derecho a la resistencia civil cuando el Gobierno carece del consentimiento de los gobernados. Ni rastro del Kant que habla de la libertad como la capacidad del individuo de no obedecer a ninguna otra ley más que a aquella a la que ha dado su consentimiento. Y por supuesto, tampoco hay rastro del Rawls que justifica la desobediencia civil, aunque sea ilegal, cuando las instituciones se corrompen.

El liberalismo, en teoría, se ha caracterizado por la fundamental idea de la defensa del individuo, su libertad y seguridad frente a la arbitrariedad del Estado. Pero no veo liberales españoles defendiendo los derechos constitucionales de quienes protestan, cuando estos son aporreados y detenidos arbitrariamente por hombres armados que representan al Estado. Como la chica de dieciséis años cuya cabeza abrieron a palos el otro día en Madrid. ¿Dónde están esos liberales cuando se trata de defender el derecho de reunión, de participación política y la libertad de expresión de esta manifestante? Aunque no compartan sus razones, les queda muy grande esa frase falsamente atribuida a Voltaire (en realidad es de su discípula Evelyn Beatrice Hall): «Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Para estos patriotas constitucionalistas, el artículo 2 de la Constitución española que alude a la indisoluble unidad prevalece ante todos los demás derechos, y también ante la integridad física de quienes piensan diferente.

Está de moda el «patriotismo cívico» frente al «nacionalismo egoísta e identitario» de las naciones periféricas. ¿Pero quiénes son los nacionalistas realmente? ¿Quienes proponen un referéndum para que los ciudadanos ejerzan su derecho a decidir, o quienes pretenden imponer por la fuerza una idea de nación rígida e incuestionable? Es curioso que estos últimos, entre los que se encuentran muchos supuestos liberales, acusen de supremacista, etnicista, e incluso racista, a un movimiento político sin más pretensión que la libertad para organizarse políticamente. Que sí, que tenía razón Miguel de Cervantes, en todas casas cuecen habas (y en la suya, a calderadas), pero no permitamos que los árboles del prejuicio identitario nos impidan ver el trasfondo forestal de la cuestión política: unos reivindican el derecho a decidir sobre el territorio donde viven y trabajan; los otros, niegan a hostias ese derecho. A ver si al final va a resultar que los auténticos «liberales españoles» son los que defienden un referéndum en Catalunya. Curiosa paradoja.