Fede de los Ríos
JOPUNTUA

De la risa y el orgasmo

Ahívahívahíva, así se dice orgasmo masculino en nabarro. Y así nos va. De poner en cuestión el paradigma sexual entre hombres y mujeres construido por varones iba la charla; de que el sujeto-mujer en potencia multiorgásmica se quede en eso, únicamente en potencia y no en acto, mientras que el sujeto-varón monorgásmico se realice en el acto de una especie de masturbación contra la mujer convertida en objeto, más o menos mixtificado, que es en lo que, a menudo, deviene la cosa del coito, sea de forma individual o en «manada».

Llevaba por título “Brecha orgásmica: de cómo el patriarcado nos persigue hasta en la cama”, explicitar la diferencia palmaria que existe entre mujeres y hombres en el número de orgasmos en las relaciones heterosexuales, siendo el de estos mucho mayor que el de aquellas contra toda lógica fisiológica y fruto de los patrones de comportamiento sexual «naturales» y «maduros» que indefectiblemente coinciden con los ritmos y formatos del varón. Las mujeres reivindicando su derecho al orgasmo en locales públicos escandaliza a los de Vox que lo denuncian en las redes interpelando al alcalde más petulante, fatuo, gris y resentido que haya conocido Iruñea, el alcalde de las alcaldadas, del Ordeno y Mando, prohibió la charla. A él y su incapacidad para el goce le van a venir con orgasmos femeninos y filigranas eróticofestivas. Si prohibió los payasos a los niños cómo no va a prohibir hablar acerca del disfrute igualitario del sexo. Tanto la risa como el orgasmo generan endorfinas, dopaminas, serotonina y adrenalina, las hormonas responsables del bienestar emocional. Por ello, las caras adustas de los rígidos nacionalcatólicos en continua crispación. Hasta sus miembros homosexuales resultan tristes y aburridos. Tanto Opus y tanta hostia con el valle de lágrimas le amargan la vida al más «pintao».

Aún en la retina: la inefable Maite Esporrín, portavoz del PSN, celebrando alegre y «feliz» los resultados electorales. «Agur Asiron, agur, agur de Pamplona. Felicidades Maya». Qué triste por Dios.