Iñaki SOTO - Iraia OIARZABAL
donostia
Entrevista
ARNALDO OTEGI
COORDINADOR GENERAL DE EH BILDU

«La República vasca daría satisfacción a los valores emergentes de la sociedad»

Las expectativas de que Arnaldo Otegi (Elgoibar, 1958) fuese candidato a lehendakari en las próximas elecciones de la CAV seguían vivas hasta que esta semana anunciase su decisión de centrarse en liderar EH Bildu con una «vocación de Estado» que trasciende lo institucional. Nos reunimos con él para charlar pausadamente sobre el momento actual y los retos del país.

Una semana intensa…

Sí, sin duda. Con la candidatura hemos hecho un esfuerzo de tratar de transmitir a la gente lo siguiente: que somos un partido en movimiento y por lo tanto es muy importante la labor institucional y la labor de hacer de alternativa de gobierno en cada espacio institucional, pero que a la vez representamos una alternativa nacional que no se corresponde exactamente con cada uno de los espacios, que tiene objetivos propios. Una cosa es el reto electoral en la CAV y otra cosa es el proyecto nacional y de construir una alternativa.

La huelga viene a reforzar todo eso. Somos conscientes de que se están introduciendo cambios en el decorado que ha aguantado 40 años, no sabemos si significativos o no. Necesitamos que EH Bildu se convierta en un referente nacional, que crezca como frente soberanista y de izquierdas.

¿Cómo valoran la jornada del 30-E?

Para EH Bildu la valoración es muy positiva, aunque sabemos que siempre hay una guerra de cifras. Creemos que un día como el jueves más de 130.000 personas salgan a la calle en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria para reivindicar otro modelo social es muy positivo. Creo que, aunque algunos no quieran darse cuenta, en este país las cosas están cambiando, la gente comparte nuestros valores y lo visto en la huelga es otro ejemplo de ello.

Años de prisión tras un juicio injusto, inhabilitación, batalla jurídica... finalmente no será candidato a lehendakari aunque mucha gente esperaba que así fuera. ¿Cuáles son las razones de su decisión?

Hay quien habla de que hemos copiado el modelo del PNV de cierta bicefalia. El motivo principal es que necesitamos discernir el trabajo institucional del trabajo de construir una alternativa. Y que por lo tanto el independentismo de izquierdas no solo tiene vocación de gobierno sino vocación de Estado. Para ello necesitamos tener una izquierda independentista consolidada como organización, dentro y fuera de las instituciones. Nuestra opción ha sido que yo pueda jugar otro tipo de papel en ese otro terreno.

¿Sin inhabilitación la decisión hubiese sido la misma?

Exactamente la misma.

Todo indica que sus adversarios le esperaban a usted...

Ha dado la impresión de que determinados sectores esperaban una campaña clásica y nos esperaban en un terreno. Nosotros lo que les hemos hecho es cambiar el terreno. Porque tenemos un interés en que el debate en estas elecciones autonómicas sea el modelo de país. Ellos probablemente tienen interés en hacer otro debate. No queremos que el debate verse ni sobre el pasado ni sobre las inhabilitaciones.

La apuesta por Maddalen Iriarte es clara. En su comparecencia ambos parecían contentos.

Sí, porque creo que tenemos un nivel de confianza muy importante. Conocí a Maddalen en las entrevistas que me hacía y para mí era muy importante que en un momento determinado de la historia del país alguien con su carrera profesional hecha diera el salto a la política. Normalmente hay un montón de gente mediocre que entra en política para después incorporarse a la empresa privada por las puertas giratorias. Y en este caso es el camino inverso. Sí, estábamos los dos contentos porque creo que hemos planteado una dinámica de cargos compartidos en la que cada cual juega un papel y los dos estamos cómodos.

Ha decidido centrarse en liderar ese transatlántico que es EH Bildu. ¿Cuáles son sus principales retos?

Hay varios. Uno es que EH Bildu es todavía un espacio en construcción. Hemos avanzado mucho y con muchas dificultades estamos comprobando que es una alternativa política que va creciendo. Los resultados electorales están ahí. Eso te da cierta tranquilidad de que estás haciendo las cosas bien. Haremos algunas mal, claro, pero las principales las estamos haciendo bien. Porque, al final, si las cosas van bien o no no se juzga en Twitter, las juzga la gente votando. Todavía hay sensibilidades que tienen que encontrar un cierto acomodo natural en esta formación que reivindica claramente la independencia y un modelo social más avanzado.

Segundo: el escenario ha cambiado y ahora mismo EH Bildu es una formación que pacta los presupuestos en Irun a la vez que sostiene el Gobierno de Nafarroa y que además ha hecho posible el de PSOE y Podemos en Madrid. Tenemos grandes retos y los hemos planteado en campaña electoral: revertir los recortes sociales, poner encima de la mesa la cuestión nacional y su solución democrática y resolver las consecuencias del conflicto. Esto va a exigir mucho tiempo, mucha paciencia y mucho trabajo discreto.

Y por último necesitamos recuperar el pulso nacional ahora que el marco del Estado va a ocupar un papel importante en la vida política del país. Necesitamos jugar en ese terreno pero no olvidar una cosa: es un Estado inestable y los vascos no podemos depender de cuál es la relación de fuerzas del Ebro para abajo. Necesitamos una alianza con los sectores independentistas que firmamos Llotja de Mar y que tenemos que jugar juntos esta partida con el Estado en términos democráticos.

Mencionaba Nafarroa y el acuerdo presupuestario en Irun, también con el PSE donde la tensión de este partido con el PNV es un hecho. ¿Se abre una nueva vía a explorar por su parte? ¿Hay margen para un eje de izquierda?

Recuerdo que en la anterior campaña electoral autonómica repetí la reflexión de que el Parlamento que saliera en términos políticos sería más soberanista que el anterior. ¿Cuál es el problema? Que tenemos el Parlamento más soberanista que jamás hayamos tenido pero no se operativiza en términos políticos. No hay proceso soberanista. ¿Por qué? Porque el PNV opta por no hacer proceso soberanista y busca alianzas con el PSOE.

Tenemos una mayoría absoluta de fuerzas que van desde el centro-izquierda a la izquierda socialista que podemos representar nosotros, y también hace mayoría, pero no se operativiza porque un sector de esa izquierda apuntala el eje conservador. Esta es la realidad y vamos a tener la misma realidad después de las próximas elecciones. Pero esto puede cambiar, porque si el PNV en términos nacionales no es capaz de superar una dinámica que vaya más allá de respetar los marcos constitucionales y lo que nos propone es algo que pueda ser asumible por PSOE y Podemos, nuestro interés en pactar estratégicamente con el PNV decae.

Eso instala una duda en la ciudadanía. Frente a ese relato-apisonadora de que va a ganar el PNV y va a gobernar con el PSOE, por lo menos hay que instalar la duda razonable de que eso puede ser así… o no. Estamos dispuestos a hacer proceso soberanista con el PNV y le hemos hecho una oferta concreta que ha rechazado. Pero tampoco descartamos hacer pactos con otras fuerzas para garantizar el bienestar de la gente.

Elkarrekin Podemos también se está resituando. Ha apoyado los presupuestos del Gobierno Urkullu, ¿cree que va a jugar esta carta de socio preferente de cara a la próxima legislatura?

Ahora mismo en la CAV estamos frente a tres renuncias. El PNV ha renunciado en la Comisión del Estatus a plantear con claridad cuál es el estatus que necesitamos y ha optado por buscar socios que le permitan explorar la vía de una reforma estatutaria dentro de legalidad constitucional, en un momento histórico en el que los catalanes van a poner encima de la mesa la autodeterminación. Esa es la renuncia histórica del PNV.

Y luego hay dos renuncias por parte de Podemos. Renuncia a defender el derecho de autodeterminación en la Comisión del Estatus, que es entre otras cosas un fraude electoral. Y renuncia en cierta medida a la posición de izquierda cuando aprueba los presupuestos.

¿Esto es definitivo? Yo creo que nada es definitivo en política. Frente a estas renuncias alguien tiene que reclamar que las posibilidades de alianza tanto para un proceso soberanista como para una alianza de izquierdas pasan por EH Bildu. Estamos en el centro del tablero. Tanto unos como otros se niegan a hacer alianzas estratégicas con nosotros, pero eso puede cambiar.

Tras meses de inestabilidad en Madrid gobiernan PSOE y Podemos. ¿Qué cabe esperar del Ejecutivo de Sánchez?

Nosotros hemos cumplido un mandato con la gente que nos ha votado. Hemos abierto una puerta, con todo el escepticismo del mundo. Creemos que en cuestión de decisiones estructurales este va a ser un Gobierno muy limitado.

Eso sí, hay un Gobierno de coalición de «izquierdas» –con todas las comillas– y depende de los independentistas catalanes, vascos y gallegos, algo que no había pasado nunca. Ahora vamos a ver lo que pasa. Vamos a ser muy pacientes pero al mismo tiempo muy exigentes.

Para EH Bildu los presos son una prioridad. Usted siempre ha recordado que la llave de las cárceles las tienen los estados. En este nuevo escenario, ¿confía en que se abra una vía?

Es una de las grandes tareas que tenemos y vamos a ver si es posible. Soy consciente de que este es un tema delicado pero al mismo tiempo creo que hay cosas que tienen que concluir. Pronto se van a cumplir 10 años de la decisión de ETA de dejar la violencia armada. El alejamiento y las políticas de excepción tienen que desaparecer. Seguiremos abogando por una solución que sea respetuosa con todos pero que dé solución definitivamente a un problema que hace tiempo debía estar resuelto. Luego habrá que pasar a una segunda fase que es aplicación de la legislación ordinaria, libertad de todos los presos políticos y vuelta a casa de deportados y exiliados.

La agenda coincide en parte con la catalana, pero la situación allí se antoja complicada. Ustedes tienen alianzas con unos, interlocución con todos y cierto ascendente. ¿Qué les transmite a sus interlocutores?

Tenemos interlocución con todos los sectores políticos de Catalunya. Y tenemos un cierto ascendente debido también a que hemos sido muy sinceros en la relación. Hemos transmitido permanentemente unidad y hoja de ruta en común, porque si no, cada decisión se convierte en una pelea que trasciende lo privado, se transmite a lo público y genera una especie de desorientación general en el independentismo. Ahora que parece ser que va a haber elecciones autonómicas, lo que les decimos es: ‘Bien, va a ganar uno u otro, pero, ¿para hacer qué?’.

Nuestra previsión es que Escocia va a votar. El independentismo no va a decrecer y por lo tanto va a haber ventanas de oportunidad. Hay que ser lo suficientemente inteligentes para aprovecharlas. O hay hoja de ruta en común o gana el Estado.

Ellos pueden decir lo mismo de los vascos...

Y nos lo dicen. Nosotros con el PNV tenemos el mismo problema pero con una diferencia sustancial. Ya me gustaría a mi tener un lehendakari en la CAV y otro en Nafarroa que reivindicaran la independencia, aunque no estuviera de acuerdo con su estrategia. Las cosas se desarrollarían de otra manera.

Miremos al futuro del país. Usted ha defendido que Euskal Herria se parece más a los valores que representa la izquierda soberanista. ¿Quiere eso decir que el PNV gestiona una sociedad que transforman ustedes?

Se podría decir así. ¿Por qué el PNV trata de vestirse de verde cuando está montando incineradoras, trenes de alta velocidad y quiso montar centrales nucleares? Porque sabe que la mediana del país está ahí. ¿Porque se ponen lazos el 8 de Marzo y pancartas negras en Hondarribia? Porque están en una operación de propaganda política. Son capaces de hacerse uno con el paisaje, pero el país en valores de igualdad social, de soberanía, de respeto al medioambiente, etc., se parece mucho al que nosotros hemos defendido 40 años. Es una victoria entre comillas haber hecho una sociedad más parecida al proyecto que defendemos nosotros y nosotras. Pero es verdad que esto todavía no se ha trasladado a una hegemonía electoral, este es el gran reto.

Hay una nueva generación que se ha activado y tiene otras inquietudes y otra agenda: es feminista, comprometida con el futuro del planeta, preocupada por el peligro de vivir en la precariedad, a la que no le gusta la injusticia y el autoritarismo del Estado español... ¿Cómo casar la memoria, la historia y la aspiración de libertad de este país con las perspectivas de futuro de todos ellos?

La primera tarea que tenemos es transmitir a las nuevas generaciones lo que ha sido la historia de este país, que está un poco olvidada. Con sus aciertos y con sus errores.

En segundo lugar, los nuevos movimientos emergentes ponen en cuestión el modelo social del PNV. El reto es llevar a todos estos movimientos a hacerse una pregunta: ¿en qué marco concreto crees que se van a resolver de manera más satisfactoria tus problemas estructurales? Es decir, la República Vasca viene a dar satisfacción a esos valores. En el marco del Estado español no va a ser posible, aunque haya breves oasis. Estratégicamente, el proceso de liberación nacional nos conduce a un “estado de solución” llamado República Vasca, que hace posible que estos movimientos tengan protagonismo y hagan un país a su imagen y semejanza. Es un reto complicado pero a la vez bastante apasionante.

 

«A Zapatero hay que reconocerle que fue valiente y arriesgó su capital político»

Por contraste con el desprecio de algunos políticos más cercanos, llama la atención Zapatero asegurando que «para la Historia, para la verdad, Otegi fue un político decisivo». ¿Qué sintió al escuchar ese reconocimiento?

No sé si lo he dicho alguna vez, yo creo que al final la vida política de Zapatero y la mía se cruzó en un determinado momento aunque no fuera físicamente. Creo que nosotros fuimos capaces de abrir una ventana de oportunidad para superar el conflicto político y creo que a Zapatero hay que reconocerle que fue valiente en esa ocasión y que arriesgó también parte de su capital político en un proceso de negociación que después no fructificó. En esas declaraciones hay también un componente humano, además de político. Al final, cuando tuvimos la ocasión de hablar en Txillare, porque él tenía mucha ilusión en conocer el lugar, lo que concluimos fue que al final en ese caserío nos cruzamos las vidas políticas de dos personas que no nos conocíamos y los dos aportamos lo que pudimos para que se resolviera un conflicto político. El reconoce que yo ahí jugué un papel, pero no solo yo, también más gente. Y yo tengo que reconocer que él también desde mi punto de vista fue valiente en esas circunstancias históricas, se la jugó y pagó un precio. Creo que lo que hace con esas palabras es poner encima de la mesa lo que es una parte de la verdad histórica.