15 FEB. 2020 JOPUNTUA Una casa con piscina Arturo Puente Periodista El buen sol de mediodía no alcanza para ocultar el frescor que baja desde la cima de la Collserola. Y aún así hace un día primaveral para ser febrero. «Haurem d’esperar a l’estiu per banyar-nos», le digo al crío, que mira la piscina con pinta de poder lanzarse en cualquier momento. «Hay que esperar al verano porque ahora está verde», concede por fin, pronunciando mucho cada palabra. La piscina es el cebo que sus padres le han usado para que acepte abandonar el piso, que de todas formas ha despedido habitación por habitación y entre lágrimas. Su padre me cuenta que el adiós al piso ha sido el menor de los dramas. Lo han apuntado en otra escuela, más cerca de la nueva casa, y quizás no vuelva a ver a los compañeros que le han acompañado los últimos dos años. «Pensamos en bajarlo y subirlo cada día, pero con nuestros horarios es imposible», asegura. Nil va a empezar una nueva vida cuando casi no había estrenado la antigua. «Nos daba un poco de impresión, pero una vez decidido, cuanto antes mejor», afirma la madre. Ninguno de los dos es de Barcelona, pero desde que llegaron han tenido una carrera laboral ascendente. La nueva casa es prueba de ello. El chaval se adaptará rápido. La nueva escuela tiene un enorme terreno con árboles, practican varios deportes y el programa en inglés es atractivo incluso para familias que no viven en la zona. Pese a todo, hay algunas diferencias. «Desde este verano Nil ya cambia al castellano con los desconocidos, y eso que en la escuela todas las profes les hablaban en catalán. Ahora la mayoría de los nuevos compañeros hablarán en castellano», se resigna la madre. Por supuesto que la pareja no tiene ningún problema lingüístico. Al contrario. Pero en las palabras de ella se percibe un sentimiento de ambigüedad. Sabe que su hijo acabará usando el catalán solo en casa y en el horario lectivo. Quizás lo recuperará de mayor con algunos de sus amigos. «Al final el catalán y el castellano siempre los va a tener porque son las lenguas de sus padres, lo importante es que aprenda inglés», se recuerda a sí misma. El padre lanza una pelota que cae en la piscina y un perro salta al agua persiguiéndola. «Mamá, mamá, el Mel ja s’està banyant!», protesta Nil. Sabe que su hijo acabará usando el catalán solo en casa y en el horario lectivo. Quizás lo recuperará de mayor con algunos de sus amigos