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PRODUCTORES LOCALES, OTRA PARADOJA DE LA CRISIS SANITARIA

Es una paradoja más de la actual situación sanitaria. Con la población confinada, el abastecimiento de alimentos es una de las prioridades y, sin embargo, nuestros productores locales se están topando con graves problemas para distribuir su género.


Aparte de los profesionales sanitarios, son los otros grandes héroes del momento. Nuestros agricultores y ganaderos, tan ningunea- dos por instituciones como poco valorada a nivel social su labor diaria, se encuentran en primera línea de lucha frente a la crisis sanitaria. El sector primario no ha dejado de trabajar en estos días, no puede hacerlo, o se produciría el colapso ante la falta de comestibles en los lineales de las tiendas. Sin embargo, en muchos casos, su situación es un completo contrasentido, ya que se ven imposibilitados a dar salida a sus productos, bien porque los canales habituales de distribución han cerrado sus puertas, bien porque los espacios de venta han quedado clausurados hasta nueva orden, o incluso porque se ven condicionados en su movilidad a la hora de trabajar.

Por ejemplo, la caída de ventas de Igeldoko Esnea ha sido de más de un 90%. Sus principales clientes –bares, cafeterías, restaurantes y heladerías– están cerrados y también han tenido problemas para mantener la distribución de su producto a través de máquinas expendedoras en Donostia, ahora obligados a dejar en ellas guantes y gel para los clientes. «Nuestra situación es grave –explica Eneritz Otamendi, una de las cinco trabajadoras que viven de esta explotación– porque somos una empresa familiar. En Igeldo distribuimos la leche a domicilio, pero en Donostia eso es inviable».

«Nuestra situación es especial porque no estamos en la lista de establecimientos cerrados por decreto y, por otra parte, siendo productores de alimentos, estamos obligados a continuar con la producción, también por decreto. Estamos en tierra de nadie. Tampoco sabemos qué ayudas llegarán y no es fácil realizar previsiones. Por una parte, está la leche que no venderemos y, por otra, con los restaurantes y bares cerrados, tendremos que ver si cobramos lo que comercializamos en marzo», amplía pesimista.

Otro sector que lo está pasando mal es el ovino. Roberto Urrutia reside en Urritzelki, pastorea sus ovejas en Artaitz (Izagaondoa) y dispone de una quesería en el barrio iruindarra de la Txantrea. Ahora es época de crianza de corderos, una carne muy apreciada por los restauradores, cuyos negocios están clausurados. Comercializa ejemplares lechales –entre seis y ocho kilos– destinados al asado, pero los números no son los habituales. «Pensaba vender 70, pero me he tenido que conformar con 55 y se los han llevado más tarde», explica.

Incertidumbre y humo

«Estamos con la incertidumbre de qué pasará, cuánto va a durar esta situación y, cuando salgamos de ella, cómo estarán los bolsillos. Hay mucha gente con ERTEs y autónomos que tienen que dejar de trabajar. Si la gente no factura, no come», esgrime Urrutia, para quien las ayudas prometidas desde las instituciones son «humo», pues no llegarán a los pequeños productores. «Activarán miles de millones de euros pero, como siempre, serán para los grandes», asegura. Dentro de lo que cabe, se puede considerar afortunado, ya que la situación es generalizada en toda Euskal Herria, con un número importante de ganaderos que, ante las actuales circunstancias, no logran dar salida a su gran volumen de corderos.

Los viticultores también lo están pasando mal con la coyuntura sanitaria. Al igual que otros productores, sus caldos están destinados a bares, restaurantes y también a tiendas especializadas, cuyos principales clientes son turistas. «Todos esos establecimien- tos están cerrados, no pueden abonar los pagos atrasados porque no están generando ingresos, además de que tienen mercancía acumulada, con lo que no hay rotación de producto», alega Jesús Bauza, representante de UAGA en la DOC Rioja Alavesa.

El problema tiene más aristas a futuro. «El campo no se detiene, sigue su curso y ya se está iniciando el proceso de brotación. En un plazo de 15-20 días vamos a tener la necesidad de contratar personal para esa tarea y no sabemos muy bien cómo nos vamos a manejar en lo referente a la movilidad. De media, las explotaciones suelen contratar entre seis y ocho personas para trabajar durante algo más de una semana», expresa sus dudas este delegado sindical.

Las restricciones en el movimiento peatonal y el miedo al contagio han sacudido costumbres arraigadas, como la de salir a comprar en los mercados tradicionales. Begoña Aristi, pequeña productora tolosarra, se ha visto afectada de lleno por esa reciente tendencia, al verse privada de su puesto, desde el que distribuía con periodicidad su género. «De un día para otro nos hemos quedado con todo lo que producimos en nuestras manos. La alternativa es realizar las ventas casa por casa, pero eso resulta muy complicado. Mientras tanto, las grandes superficies pueden trabajar», se queja.

Campaña de la anchoa

La misma sensación tienen al otro lado del Bidasoa, donde la disparidad a la hora de permitir o denegar la celebración de los mercados es variopinta. Patrick Larrondo, agricultor de Biriatu, reconoce que en el de Hendaia, que pudo hacerse guardando las distancias entre clientes, «se echó de menos a la gente venida desde Gipuzkoa». «No creo que cuando pase esta situación, las autoridades vayan a establecer políticas eficaces para promover la venta y deslocalización de productos locales», critica. Muchos productores de Ipar Euskal Herria, que ya tuvieron que hacer frente a los daños causados por las tormentas invernales, sufren ahora un nuevo obstáculo porque se dedican a «comercializar cestas de productos en escuelas y empresas que ahora están cerradas».

En el sector pesquero, muchas conserveras –por falta de suministro o seguridad– han parado su producción. Es el caso de Agirreoa y Marino (Ondarroa), Guenaga (Berriatua), Zizzo Brillante (Mutriku) u Ortiz (Mutriku). Pero el mayor problema para quienes faenan es el gran descenso del precio del pescado «porque hay menos demanda», subraya Jon Mugica, patrón del Montserrat Berria (Orio). Las cofradías de bajura van a estar amarradas durante tres semanas, a la espera de comenzar en serio en abril la campaña de la anchoa. «En principio, van a ser las fábricas quienes más notarán esta crisis si tenemos que empezar a pescar a mediados del mes que viene», matiza Mugica.

los sindicatos demandan la reapertura de los mercados tradicionales

La prohibición de un buen número de mercados tradicionales ha suprimido el canal de venta directa mediante el que un gran volumen de agricultores y ganaderos locales dan salida a sus productos de manera periódica. Ello está generando un serio problema de viabilidad para muchas explotaciones que obtienen en estos espacios comercializadores la mayor parte de sus ingresos, si no la totalidad.

Ello ha llevado a las diferentes centrales sindicales campesinas a coincidir en su demanda de que dicho veto se levante, eso sí manteniendo las medidas de protección sanitarias. Así, Garikoitz Nazabal, presidente de EHNE Gipuzkoa, defiende su autorización, ya que entiende que «son muy necesarios tanto para la población a la hora de comprar producto fresco y de cercanía, como para los y las baserritarras, pues es su fuente de ingresos». En este herrialde, la Diputación ha tratado de buscar soluciones, pero con muchas dudas por la escasa participación del sector primario en la toma de decisiones.

Coincide en ello el miembro de EHNE Bizkaia, Unzalu Salterain, quien resalta además el papel beneficioso de dichos mercados a la hora de impedir aglomeraciones en otro tipo de establecimientos comerciales como, por ejemplo, grandes superficies.

«Ahí, tanto los mercados semanales como los pequeños comercios juegan un papel muy importante», defiende. En su herrialde, los ayuntamientos de Mungia y Gernika optaron por cerrarlos la semana pasada, antes de que el decreto del Departamento de Sanidad de Lakua decidiese su celebración en espacios cubiertos.

No es mucho mejor la situación en Ipar Euskal Herria, si bien la disparidad de criterios dependiendo de las localidades hace que unos mercados se hayan suspendido y otros no. ELB, Euskal Herriko Laborantza Ganbara, Biharko Lurraren Elkartea e Idoki ya se han dirigido a los ayuntamientos donde se han clausurado para apremiarles a su reapertura. Los agricultores defienden que, respetando las normas sanitarias, «es mejor dispersar a la gente en espacios abiertos que agruparla en unos pocos puntos de venta. Los mercados, los pequeños comercios de productores y los sistemas de distribución en grupos de consumidores son vías alternativas para diversificar la compra y disminuir las multitudes en los supermercados».M.R.-H.L.-N.M.