Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Poder con todo a la vez

Hola, soy Edurne. Llevo dos semanas como con sensación de angustia y quería saber si es normal o si puedo hacer algo para evitarlo o, al menos, para no darle importancia. En lo personal estoy bastante plof, porque en julio lo dejé con mi pareja. Tenemos dos hijas, de 13 y 7 años, y llevamos un montón de años arriba y abajo, porque él ha estado 10 años en prisión. Ha sido muy duro: fue puesto en libertad, le volvieron a encarcelar, hace poco fue el juicio…. Bueno, llevamos un montón de años en una situación un poco estresante. Lo más duro ha venido cuando ha salido de prisión, porque todos los proyectos y sueños se han ido al garete. Nos queremos mucho, pero no somos capaces de seguir adelante. Estamos bien juntos, pero es muy triste y yo lo paso muy mal. Bueno, que en lo personal no ando bien y en el trabajo tampoco, con miedos por cómo va a acabar esto. Me imagino que será normal sentir esta angustia, pero tengo miedo de que si no lo corto, porque he tenido ansiedad y ataques de pánico, vaya más allá. Entonces, ¿puedo hacer algo?

Hola, Edurne. Siento escuchar que tienes tantos frentes abiertos, cada uno de ellos con sensaciones encontradas. En esta época de parón están sucediendo dos cosas: por un lado, todos buscamos maneras de adaptarnos a un mundo que ha cambiado y a otro que está por venir y que aún no conocemos –lo que, de por sí, es todo un desafío dada la enorme incertidumbre–. Por otro lado, la falta de ocupación hace más fácil que vengan a la mente asuntos pendientes del pasado, y que duelan viejas heridas como cuando cambia el tiempo.

Es como si, a la vez, estuviéramos mirando atrás y adelante; como si necesitáramos parar para descansar y activarnos para afrontar; como si estuviéramos enfadados o frustrados por la impotencia de la acción y, al mismo tiempo, tristes y apagados por la misma razón. Con tantos asuntos importantes encima de la mesa lo más normal del mundo es que, por muy fuerte que seas, tengas momentos en los que no puedas más –durante un rato–.

Imagino que el impacto de la cárcel en la persona de la que hablas ha debido de ser enorme, y hay veces que las relaciones, por mucho amor que tengan, no pueden deshacer ciertas heridas, profundas y estables. Supongo que en esta época de aislamiento se echa más de menos lo bueno que tuvo, aunque la convivencia no sirviera ya para estar bien, y se hace más evidente el final de aquello.

Edurne, mis palabras son las de alguien que no os conoce, así que toma solo las que te sirvan, y las que no, deséchalas. Yo te animaría a no tratar de revisar todos los frentes en busca de soluciones: supongo que todos habéis hecho lo que habéis podido y, a veces, simplemente las cosas no funcionan. El futuro es incierto y quizá la pareja no sea posible, quizá el trabajo no se vea claro, pero hoy, Edurne, hay que intentar cosas pequeñas, ir paso a paso, día a día y cuidarse. Sonará raro, pero puedes relajarte y buscar a alguien que te acompañe con lo que hay por llorar… La fortaleza volverá sola después.