GARA Euskal Herriko egunkaria
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Cuidado sanitario


Soy Jone. Soy sanitaria y trabajo en una residencia. Un trabajo maravilloso, poco reconocido, pero muy enriquecedor. Como muchos de mis compañeros, me infecté, aunque los síntomas que he presentado han sido leves, sobre todo, pérdida de gusto y olfato. He pasado los días preceptivos de aislamiento, sin salir de mi habitación nada más que para ir al baño. Estaba muy animada, deseando reincorporarme a mi trabajo, hasta que he dado de nuevo positivo… y vuelta a empezar. Te tengo que reconocer que me siento sobrepasada. No quiero ni mirar el WhatsApp. Estoy angustiada pensando en las personas que dejé en el trabajo. En que estoy aquí sin hacer nada, malgastando tiempo. Tengo un punto de estrés que no sé cómo canalizar estando encerrada entre cuatro paredes. ¿Qué me recomiendas?

Hola, Jone. Me alegro de que estés pudiendo afrontar físicamente el virus. Pensaba en varias cosas leyéndote: por un lado, en cómo, aún desde la vulnerabilidad, tienes una mirada puesta en lo que aún queda por hacer. También pensaba que probablemente ese estrés del que hablas sea una mezcla de varias cosas. Pensaba cómo ves todo lo que queda por resolver y, al mismo tiempo, en los límites que tenemos los sanitarios y en el contraste entre todo lo que nos gustaría hacer y lo que realmente nos es posible. Es imprescindible para nosotros aceptar que las necesidades son muchas y nuestra capacidad personal, limitada.

Supongo que nos queda pensar que formamos parte de un sistema de cuidado mayor, con todas sus flaquezas, pero en el que hay otras personas que podrán llegar adonde no podemos. Y sí, también que habrá lugares adonde no llegará nadie…

Y esta es quizá la parte más difícil de asumir. Como dices, la angustia por un lado tiene que ver con la frustración de no poder seguir con lo que es tan importante en estos momentos, pero supongo que, por otro, el hecho de parar facilita empezar a ponerte en contacto con lo que has vivido, que habrá sido mucho.

El estrés es el resultado de la alerta y de una preparación del cuerpo para actuar que no encuentra salida. Su opuesto, relajarse, ahora parece contraproducente, como si implicara dejar de estar alerta, disponible, y sonaría banal por mi parte. Sin embargo, es importante asumir la convalecencia propia y saber que si no estamos bien física y emocionalmente no seremos de mucha ayuda, y eventualmente seremos nosotros quienes la necesitemos. Ánimo, humildad, y coherencia.