Beñat ZALDUA
DONOSTIA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Franjas horarias para minimizar contactos y evitar aglomeraciones

Sin reconocimiento explícito, Madrid siguió finalmente la petición de Catalunya y mañana abrirá las puertas de la calle por franjas horarias. Mayores, dependientes y menores apenas podrán coincidir al aire libre, con el objetivo de minimizar contactos y evitar aglomeraciones. El ministro Illa insistió en «no perder el respeto» al Covid-19.

Todo sujeto que quiera y pueda va a poder salir a la calle en Euskal Herria a partir de mañana. Al norte del Bidasoa lo seguirán haciendo como hasta ahora, al sur será por franjas horarias, atendiendo a las diferentes edades y capacidades. Los mayores de 14 años podrán salir a pasear –con una persona con la que convivan– o a hacer deporte –en solitario– entre las 6.00 y las 10.00 de la mañana, y entre las 20.00 y las 23.00 de la noche. Los que quieran pasear con sus hijos e hijas menores de 14 años lo podrán seguir haciendo entre las 12.00 y las 19.00. Las franjas restantes, de 10.00 a 12.00 de la mañana y de 19.00 a 20.00 estarán reservadas para mayores de 70 años y personas dependientes que requieran de asistencia para poder salir a la calle.

El objetivo explícito de la medida desgranada ayer a la tarde por el ministro de Sanidad, Salvador Illa, no necesita mucha explicación: evitar aglomeraciones y, sobre todo, evitar el contacto entre el grueso de los adultos, los dependientes y los menores. Con este esquema, por ejemplo, los mayores de 70 años no coincidirán, en general, ni con menores ni con la mayoría de adultos, una manera de tratar de mantenerlos físicamente aislados, al ser el grupo que mayor riesgo corre si el coronavirus volviese a descontrolarse.

Igual que hace la plataforma de Solteros, Adultos Mayores, Parejas Sin Hijos, Adolescentes y Gays Contra Padres Parásitos en un memorable capítulo de Los Simpson, ayer no tardaron en aflorar algunas críticas al reparto de las franjas horarias, pero lo cierto es que, en términos generales, todo aquel que quiera salir a tomar el aire podrá hacerlo a partir de mañana.

Las limitaciones horarias, que habían sido reclamadas sobre todo desde Catalunya, no dejan de ser un indicativo de los pies de plomo con los que se va a tener que aplicar, a la fuerza, la desescalada. En su intervención, Illa repitió unas cuantas veces la necesidad de «no perder el respeto» al coronavirus. De hecho, el ministro no acabó de concretar si los paseos tienen algún límite temporal dentro de la franja horaria, de lo que se deduce que hay aspectos que todavía se están sopesando.

Será en el BOE de hoy cuando conozcamos los detalles de las condiciones, pero las líneas maestras fueron presentadas ayer. El deporte deberá hacerse individualmente dentro de todo el municipio, mientras que el paseo se podrá dar con una persona con la que se conviva, en un radio de un kilómetro desde el domicilio. En los municipios menores a 5.000 habitantes, sin embargo, no se aplicarán las franjas horarias, dada la menor posibilidad de que se produzcan aglomeraciones. Se alivian, del mismo modo, las restricciones para ir a la huerta.

Las provincias como referencia

Illa defendió que «el estado de alarma ha funcionado», aunque en su descripción se refirió al confinamiento en sí, mucho más que al marco legal, y anunció que se mantendrá la situación excepcional durante las fases de la desescalada. Siempre que logre los votos necesarios para ello, claro.

Aunque pidió de forma un tanto absurda separar la salud de la política –la gestión sanitaria es política, por si estos dos últimos meses no lo hubiesen dejado claro–, también insistió en que será el Ministerio el que controle la aplicación de las distintas fases de la desescalada en las diferentes provincias, que ayer Illa confirmó como la unidad de referencia, aunque se abrió a ciertas modificaciones.

Está por ver cómo se resuelven casuísticas concretas como las que afectan a Eibar y Ermua, localidades muy conectadas pero en diferentes herrialdes, para las que parece lógico buscar soluciones específicas. Pero en términos generales, la división por provincias –muy presente, por otra parte, en la política vasca– encaja bien con los objetivos de una desescalada asimétrica que permita ir modulando la respuesta dependiendo del territorio. Es lo que muchos epidemiólogos pedían, precisamente, para la fase de escalada de la enfermedad, durante la cual ni Pedro Sánchez quiso dar el paso de aislar Madrid ni Iñigo Urkullu hizo lo propio con Gasteiz, algo que a la postre se ha revelado como un error.

En el caso de la CAV, por ejemplo, una aplicación homogénea de la desescalada implicaría obligar a todos a seguir el ritmo de Bizkaia, donde la epidemia está más viva. Por contra, tomar como base comarcas o zonas de salud implicaría restringir todavía más la movilidad en las fases avanzadas de la desescalada.