Ane RUIZ DE OTXOA
LIBROS PARA LA CUARENTENA

Socialismo de invernadero

Los convulsos años de la República de Weimar vieron morir y nacer dos formas distintas de entender el socialismo. Cuando la revolución espartaquista de Rosa Luxemburgo agonizaba en las calles de Berlín, una nueva generación de futuros marxistas culminaba sus estudios en los institutos de la ciudad. A diferencia de sus combativos predecesores nunca tuvieron experiencia callejera ni se formaron como activistas. En su mayoría eran hijos de hombres de negocios que decidieron romper con la tradición financiera de la familia. Su forma de entender la revolución se identificaba más con el Karl Marx encerrado durante días en una biblioteca londinense que con la toma del palacio de invierno.

Con el ascenso de Hitler a la cancillería, el exilio se hizo obligado. Antes ya habían fundado (1923) la Escuela de Frankfurt como lugar en el que reunir sus diferentes aportaciones. Algunos, como Walter Benjamín, quedaron por el camino. Otros (Adorno, Horkheimer) alcanzaron a refugiarse en Estados Unidos y allí dieron clases de economía y sociología en California. Las aportaciones de la Escuela de Frankfurt fueron muy amplias alcanzando la arquitectura (Movimiento Bauhaus) y la psicología (Erich Fromm, Marcuse). Discípulos de la Escuela como Jürgen Habermas o Angela Davis siguen estirando esta tradición con nuevas aportaciones.

Por las páginas de “Gran Hotel Abismo” (un lugar cómodo y lujoso para sus críticos pero sin nada debajo) desfilan, atractivamente presentados, los avatares de una forma de pensamiento que nació en los años 20 del siglo pasado y continúa vigente en la era de internet y twitter.