De Alemania a Seúl pasando por Lleida,rebrotes que no dejan bajar la guardia
Varios focos en países de referencia como Corea del Sur o Alemania recuerdan que nadie está a salvo del peligro de un nuevo rebrote, aunque la capacidad de control es ahora mayor.
El coronavirus no se va igual que vino. De hecho, no utiliza ni el mismo camino. Europa tomó el relevo de China como epicentro, de ahí saltó a EEUU y ahora se ceba con América Latina. A su paso deja una tremenda factura social y económica –de la primera habla el exceso de mortalidad; de la segunda, cierres como el de Nissan en Barcelona–, y cuando permite un respiro, deja una incertidumbre notable: en realidad no sabemos cuándo se va. El caso detectado ayer en Gipuzkoa no es grave, pero sí un recordatorio: tras una semana sin un solo positivo, el infectado confirmado ayer señala que el virus sigue en el herrialde.
Ya son muchos los pequeños focos que confirman que, incluso en los países que mejor han hecho frente a la emergencia sanitaria, el riesgo de rebrote es una realidad. El caso paradigmático es, probablemente, el de Corea del Sur, que ayer pidió reforzar durante las dos próximas semanas las medidas de distanciamiento en la capital, Seúl. Durante ese tiempo, se volverán a cerrar parques, museos, cines y otros espacios públicos, y se insta a la ciudadanía a evitar reuniones. Todo ha llegado después de que se detectase un caso en un centro de logística en Bucheon, a partir del cual se han confirmado ya 82 casos en tres días. Para ello han hecho 4.000 test a los trabajadores del centro, a sus contactos y a los visitantes de la nave. Sin embargo, el ministro de Salud, Park Neung-hoo, admitió el riesgo de que «la infección ya se haya extendido a otros puntos de la región».
Más cerca, uno de los países que mejor que ha hecho frente a un pico importante del virus ha sido Alemania, que en los últimos días ha detectado varios focos en Bavaria –en un centro de solicitantes de asilo y en una residencia de ancianos–. Además, siguen bajo investigación otros dos focos: en Baja Sajonia, 27 personas han dado positivo tras participar 23 de ellas en un evento en un espacio cerrado. Y en Frankfurt hay 176 casos diagnosticados a raíz de un evento religioso en una iglesia baptista.
Lleida se queda en la fase 1
Todavía más cerca, esta semana ha llegado a los medios el caso de un cumpleaños celebrado en Lleida, del cual se han derivado una veintena de casos confirmados mediante PCR. Esta región sanitaria ha sumado 95 casos en solo cinco días, lo que ha llevado a la Generalitat a no incluirla en las regiones para las cuales solicitará el paso a la fase 2. El brote ha llevado al hospital a 24 personas, nueve de las cuales están ingresadas en la UCI del hospital Arnau de Vilanova, en Lleida.
Las noticias de nuevos focos, a veces con mayor eco y otras de forma discreta, se van sucediendo. Sin ir más lejos, el gerente de Atención Primaria en Nafarroa, Manuel Carpintero, señalaba en la entrevista publicada en GARA hace una semana que el día en que en Nafarroa se dispararon a 30 los nuevos positivos fue porque detectaron un pequeño foco en la Misericordia. Hicieron PCR a todos y encontraron a 19 asintomáticos. «No te quepa duda de que el hecho de que estemos detectando casos es algo positivo», añadió. Ayer los positivos subieron a 18 en el herrialde, pero no se dio información sobre su origen.
Aunque el relato de doblegar la curva parecía tener como destino implícito el fin absoluto de la epidemia, parece que la tan manida nueva normalidad se va a asemejar más a un goteo de casos y pequeños focos que harán oscilar los datos arriba y abajo. La danza del coronavirus, la ha llamado el investigador Tomás Pueyo.
La generalización de los test PCR y el inicio del rastreo de contactos –aunque con poco personal, de momento– alimentan la esperanza de poder controlar estos nuevos focos, como parece que se está haciendo de momento. A favor juegan también la generalización del uso de las mascarillas, la experiencia acumulada a la hora de tratar la enfermedad, el mayor material disponible para hacer frente a una emergencia y la mayor vigilancia sobre las poblaciones de riesgo.
En contra, la relajación social y las incógnitas sobre las pautas de la transmisión del virus. Es una de las grandes obsesiones de los epidemiólogos, que dan ya por sentado que los infectados no contagian de una forma homogénea, sino que existen supertransmisores responsables de un gran número de contagios. En paralelo, parece que hay muchos casos que apenas generan contagios. Del mismo modo, existen eventos de gran transmisión, que se dan sobre todo en lugares cerrados y con poca ventilación. Si el azar lleva a un supertransmisor a un evento de estas características, el peligro se multiplica. El azar tiene quizá un papel más importante del que parece en la aparición de nuevos focos –aunque no en su control–.
El periodista y biólogo Kai Kupferschmidt lo resume gráficamente sugiriendo olvidar la imagen de que un infectado contagia a X gente. El coronavirus, explica, tiene más que ver con esperar durante media hora un autobús que debía llegar en 10 minutos, y ver cómo de golpe aparecen tres autocares.