Hay prisa en Europa por dinamizar de nuevo el sector turístico, parte importante del PIB de muchos países. Muy importante el turismo de montaña; no en vano el arco alpino, desde los Alpes Marítimos franceses hasta los Alpes Julianos slovenos constituye una región considerada la de mayor afluencia turística del mundo, unos 200 millones de visitantes anuales. Para primeros de junio parece, parece digo, que se abren bastantes refugios en los Alpes franceses y ya los teleféricos y demás han comenzado su trajín. Nadie concibe coger un avión para trasladarse a otro continente y los equipos de ski competición se entrenarán en casa, en su hemisferio norte. Los suizos en los glaciares de Saas-Fee y Zermat, los franceses en Val d’Isère. Veremos que pasa con las fronteras entre estados. Otros países con turismo de montaña, como Nepal, en la ruina absoluta. En Nepal, población de 30 millones, más que el covid 19, van a matar las enfermedades habituales derivadas de la pobreza y exclusión. Unos 670 millones de dólares ingresó el país en 2019 y ahora están cerrados más de 3500 operadores turísticos y 2600 agencias de trekking. En zonas como en el valle de Khumbu (Parque Nacional Sagarmatha, Everest) la situación es seria, con robos en el monasterio de Dingboche y cacerías de especies protegidas, como ciervos almizcleros, para la venta de sus glándulas a compañías cosméticas japonesas. Los occidentales mientras tanto esperando a que se vuelva a abrir “el paraíso”.