07 JUN. 2020 EL ISLAM ALBANÉS: ENTRE LA IMAGEN RADICAL DE KOSOVO Y EL SINCRETISMO DE ALBANIA Primero llegó el cristianismo. Luego, el islam moderado. Más tarde, siendo un pueblo dividido por las fronteras, el comunismo y el socialismo. Y al final, sobre todo cuentan de Kosovo, creció la influencia del islam wahabí de Arabia Saudí. Sin embargo, el pueblo albanés siempre ha sido ejemplo de moderación religiosa. No lo dijo un papa, fueron dos. Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ Kosovo En los Balcanes viven más de seis millones de albaneses: tres millones en Albania, dos en Kosovo, medio millón en Macedonia, la misma cantidad en Grecia, 60.000 en Serbia y 30.000 en Montenegro. Es una nación dividida en el siglo XX que, además, cuenta con una diáspora imponente en Italia, Alemania y Suiza. En consonancia con esta fractura territorial, su credo es caóticamente bello: la mayoría de los albaneses son musulmanes, pero hay importantes y respetadas comunidades cristianas, sufíes y agnósticas. Por eso dicen que la religión de un albanés es la nación. Sin embargo, les llaman radicales. Las noticias solo muestran una realidad sesgada que les indigna: la relación de Kosovo con el Estado Islámico (ISIS) porque 355 kosovares lucharon en Siria e Irak, el mayor número de un país por habitante en Europa. «No podemos hacer pagar a una mayoría pacífica por los pecados de una minoría violenta. La representación de Kosovo como ‘un terreno fértil para el ISIS’ es por completo imprecisa», sentencia Alicia Strong, investigadora del MacMillan Center de la Universidad de Yale. «Después de la guerra no solo vino Arabia Saudí con su ideología, otros también lo hicieron. Siendo estudiante conté hasta 20 organizaciones que querían convertir a la gente, pero le digo que han perdido su oportunidad: la gente y las instituciones están cansadas de esta visión del islam. Además, es una vergüenza utilizar la pobreza para jugar con la identidad y el credo», afirma Nazim Gashi, nacido en 1978 e imán de la mezquita de Llabjan, quien defiende la ayuda de la organización kuwaití Patient Help Fund, que ha participado en la construcción de un centro sanitario, un pozo y un colegio en Llabjan y que colabora con la ONU. «Si la municipalidad ha dado el visto bueno, significa que es dinero limpio», sostiene. El conflicto que estalló en los Balcanes en los años 90 permitió a políticos populistas y clérigos salafistas utilizar el islam como símbolo identitario contra los eslavos, de mayoría cristiana ortodoxa, y viceversa. Intentaron hacer olvidar que en las ciudades los proyectiles iban dirigidos contra mezquitas e iglesias que llevaban siglos de respetuosa convivencia. Luego encontraron connivencia institucional a cambio dinero. En Kosovo, pese a que la ONU rigió en el país hasta 2008, año de su independencia, la presencia de una ingente comunidad internacional no evitó que se escucharan sermones que coqueteaban con el salafismo ni detuvo las escuelas financiadas por Arabia Saudí que adoctrinaron al menos a una generación, desde 1990, o incluso antes, a 2015. Es importante subrayar la influencia que tuvo en el mundo musulmán el triunfo en 1979 de la revolución islámica en Irán del ayatolá Jomeini y la guerra anticomunista en Afganistán. La Internacional yihadista que luchó en Kabul durante una década contaba con balcánicos incitados por EEUU, que promocionó a estos convencidos anticomunistas. Funcionó, la URSS cedió, aunque esos casos de radicalismo son los daños colaterales de décadas de propaganda. Una minoría captada a través de organizaciones de caridad que penetraron en la sociedad y que, además, han ampliado las diferencias entre los habitantes rurales y urbanos. Según apunta Strong, en Kosovo ahora se estigmatiza a una parte de la sociedad y a la mayoría de las mujeres con velo: «Existe la tendencia a vigilar los hábitos de los musulmanes –conservadores–. Muchos políticos y ciudadanos se preocupan porque la imagen de los extremistas islámicos se está apropiando de la idea de Estado secular y prooccidental. Esto tiene consecuencias. Mis amigas con velo han sido tildadas de ‘terroristas’ en las calles y a muchas las han denegado trabajos por usar hiyab». La discriminación, que no parece ser un problema en Kosovo y que es más importante que el dinero en el proceso de radicalización, tiene unas raíces más profundas en Europa occidental, donde los salafistas escuchan a musulmanes desorientados en la era de la globalización. En Bélgica, país de 11 millones de habitantes, con un 5% de creyentes musulmanes, 450 personas se unieron al ISIS. Si se compara con Kosovo, país con 1,6 millones de musulmanes y que cuenta con 355 casos, el corazón de la UE tiene, al menos, un problema similar. Islam en la calle En Kosovo, donde casi la totalidad de los albaneses sigue la corriente suní del islam, la Comunidad Islámica parece resurgir tras el letargo del siglo XX. La influencia saudí ha sido sustituida por la turca, más moderada y que lleva 20 años expandiéndose en los Balcanes a través del poder blando. Así, las fuentes civiles consultadas aseguran que los seguidores del islam están creciendo, o al menos lo ha hecho su presencia pública, gracias a esas organizaciones caritativas que tienen su gala anual en el propio Ramadán, que este año, por el covid-19, se celebró bajo restricciones que impidieron muchas de las actividades familiares y religiosas que lo definen. «Somos de buena familia», dice Shanije Bajram, de 80 años y de Dragas, «somos musulmanes». Mientras su hijo Bahri, de 55 años, pulula y charla con otros en el centro de Pristina, Shanije, ataviada con un velo informal, se muestra feliz porque «cada día el islam es más importante» y «hay más niños en las mezquitas». Nita, agnóstica de 20 años que estudia Sicología en la Universidad de Pristina, coincide con ella en el avance religioso: «El islam se está extendiendo, aunque más bien ya se ha extendido, pero aquí sigue siendo una opción y no se mira mal a quien bebe o no se comporta como un piadoso». «No juzgo las creencias, pero, aunque sean musulmanes, aquí no cumplen con las leyes del islam. Ellos eligen, porque el islam no obliga», señala Muzaqete, de 33 años, profesora de inglés y musulmana, quien ha visto muchas escenas contrarias al islam incluso en Ramadán. Ya no se asusta, ni se sorprende cuando los feligreses no acuden los viernes a la mezquita o cuando las parejas musulmanas se dan la mano en la calle. Porque Kosovo son las ciudades conservadoras de Podujevo y Mitrovicë, donde la mayoría de los restaurantes cierra durante el Ramadán y los musulmanes, felices, muestran sus mejores galas, pero también es Pristina, caracterizada por esos jóvenes que abarrotan los bares de moda desde primera hora de la tarde y esa comunidad internacional que acude a los restaurantes vegetarianos. Aunque siempre hay ojos recelosos, pocos piensan en la religión como una amenaza. Lamentan, sobre todo, la imagen infundada de radicalismo, pero existen otras prioridades: la corrupción, el desempleo y el conflicto con Serbia que evita el reconocimiento de cinco países de la UE, incluido el Estado español. «Somos gente que vivió bajo el yugo de turcos y eslavos. Todos nos han pisado y todos han cambiado nuestra religión. No hemos podio hacer nada, siempre hay alguien más fuerte», asegura Reza, de 56 años, mientras habilita lo que algún día será una pequeña carretera de asfalto en la aldea de Bushovatë, región del este de Kosovo. «Alá es uno para todas las religiones. Todo ser humano bebe, sangra cuando tiene una herida, come...», añade. Un amigo suyo se enciende un cigarro. Y otro, Iskender, lamenta la falta de trabajo: «¿Qué puedo decir? El estilo religioso albanés es la tolerancia, lo que somos mayoritariamente cuando hablamos de religión. Pero en esta aldea nadie ha puesto dinero, ni los saudíes». Historia religiosa Pocos lugares en el mundo gozan de la excelente convivencia religiosa de Albania. En 1993, época de guerras en los Balcanes, lo remarcó el papa Juan Pablo II. En 2014, en plena ofensiva del ISIS, el papa Francisco insistió en que Albania es un modelo de armonía religiosa. Se dice, en broma, que aquí las personas llevan una cruz atada al cuello mientras rezan en la mezquita. En este país de montañas enrevesadas que resguardaron antiguas creencias, el islam se siente como guía de entendimiento y de comportamiento. Ocurre con cada culto para sus casi tres millones de habitantes: el 59% es musulmán, el 17% cristiano (10% católicos y 7% ortodoxos) y el 8% no sigue religión alguna, mientras que el 16% restante oculta su credo. El pueblo albanés fue cristianizado por los romanos. Tras el Gran Cisma de 1054, el norte fue fiel a Roma y el sur, a Constantinopla. Una parte católica y otra ortodoxa. Unos gegs y los otros, los del sur, tosks. A partir del siglo XIV, el Imperio otomano consolidó su dominio en los Balcanes. La Sublime Puerta dejó vía libre a los sufíes, que expandieron una versión moderada del islam para captar a los cristianos, e incorporó a los varones albaneses más prometedores a sus fuerzas especiales, los jenízaros, donde imperaba el sincretismo de la orden bekthasí. Los albaneses, en muchos casos para evitar pagar impuestos, aceptaron el islam moderado, de copa de vino en mano, y no vivieron la influencia de la ortodoxia islámica, que comenzó a despuntar en el siglo XIX, cuando, en el ocaso del Imperio otomano, se hablaba más de naciones que de religiones, más de gegs y tosks, los grandes grupos que agrupan a esta tierra de clanes, que de Alá. Tras las Guerras Mundiales, los albaneses de Albania terminaron bajo la dictadura ateísta de Enver Hoxha, que representaba a los tosks, a los cristianos y musulmanes del sur de Albania y el norte de Grecia, y los albaneses de Macedonia del Norte y Kosovo, que son gegs, desarrollaron su credo bajo el socialismo de Yugoslavia. Estas corrientes ideológicas y tribales no pudieron evitar que 355 kosovares cayeran tentados por las promesas de prosperidad del ISIS, un trabajo, educación islámica y un poco de falsa amistad, y que en Albania comenzara la instrumentalización política de clérigos suníes y sufíes y de obispos cristianos. CONFLICTOEl conflicto que estalló en los Balcanes en los años 90 permitió a políticos populistas y clérigos salafistas utilizar el islam como símbolo identitario contra los eslavos, de mayoría cristiana ortodoxa, y viceversa. 59%musulmán >En Albania, un país de casi tres millones de habitantes, el 59% es musulmán, el 17% profesa la fe cristiana (el 10% católica y 7% ortodoxa) y el 8% no sigue religión alguna, mientras que el 16% restante oculta su credo.