Anjel Ordoñez
Periodista
JOPUNTUA

Antebellum

Cuando escribió «Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum» cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo, Flavio Vegecio sembraba la funesta semilla de una incipiente cultura belicista que, con el paso de los siglos, ha ido perfeccionado su naturaleza perversa hasta alcanzar en nuestros días su nivel más alto de sofisticación, autoridad y poder de destrucción. Hace 2.500 años, el mundo clásico se definía en una sucesión de conflictos bélicos, porque entonces la fortaleza se demostraba a través de su expresión más rudimentaria: la violencia. En ese contexto, y solo en ése, Vegecio acertaba, como lo certificaron siglos de aplastante dominio de un Imperio Romano basado en la minuciosa preparación y disciplina de sus ejércitos.

Han pasado, como decía, 2.500 años, un largo camino jalonado de sangrientos capítulos bélicos sin sentido, de absurdas confrontaciones globales y de temibles escaladas de tensión. Todavía hoy, es imposible descartar una eventual apocalipsis nuclear, un indeseable pero aun así plausible capítulo final de la historia de la humanidad que podría escribir, como si fuera un gracioso tuit, el inefable Donald Trump. No lo piensen demasiado, o se echarán a temblar.

A lo que iba. Aun a riesgo de parecer ingenuo, creo que ha llegado el momento de comenzar a desandar el camino que iniciara Vegecio. De llevar a cabo el paulatino pero imparable desmantelamiento de la cultura militar de nuestra sociedad hasta lograr la desaparición definitiva de los ejércitos y todo lo que representan. Supongo que no soy el único que ha pensado que la lucha contra la pandemia hubiera sido distinta si en vez de a preparar una guerra imaginaria, se hubiesen destinado los estériles pero opulentos presupuestos militares a dotar a los sistemas de salud de las capacidades necesarias para proteger a la población de un enemigo muy real. Y, por lo que avanzan los científicos, el covid-19 no ha sido sino el primero de una lista de diminutos pero letales enemigos que no se combaten con minas y misiles, sino con investigación y decidida inversión en el ámbito sanitario de la nueva anormalidad.