GARA Euskal Herriko egunkaria
Entrevista
PABLO IGLESIAS
VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO ESPAñOL

«PSOE, EH Bildu y EP pueden liderar otra etapa y hacerlo mejor que el PNV»

En entrevista con GARA, el vicepresidente segundo del Gobierno español, Pablo Iglesias, considera que al PNV le sentarían «muy bien cuatro u ocho años en la oposición» en la CAV. Responde sobre los GAL, la relación con EH Bildu, la política penitenciaria, el rol de Ciudadanos y el conflicto en Catalunya.


En entrevista exclusiva con GARA antes partir a Galiza, donde ayer participó en un mitin electoral como el de hoy en Bilbo, Iglesias apuesta por un tripartito de izquierdas en la CAV que suplante al PNV, promete «empatía y diálogo» ante un proyecto de nuevo Estatuto vasco, pide «inteligencia» en el debate sobre los GAL y reclama contra la impunidad de la monarquía.

Los números alcanzarían para un tripartito de izquierdas en el Gobierno Vasco pero el PSE no parece muy por la labor. ¿Intentará convencerlos de echar al PNV?

Durante mucho tiempo se dijo que una coalición del PSOE con nosotros en España iba a ser imposible. Se dijo hasta el último minuto y lo dijo el PSOE también, que nunca nos iban a aceptar en el Gobierno y aquí estamos. Entonces aunque en esta campaña electoral se digan muchas cosas creo que hay que seguir trabajando para que el próximo gobierno de Euskadi sea de izquierdas.

Creo que hay una mayoría social en Euskadi que quiere una alternativa al PNV. Es verdad que el PNV ha sabido venderse muy bien en Madrid, conozco a Aitor Esteban, es una persona muy inteligente con la que tengo buena relación. Pero el PNV también es la catástrofe en Zaldibar, o el fraude en comedores escolares, y también es el fraude en las oposiciones de médicos en la sanidad pública vasca. Es importante que se construya esa alternativa y cuanto más fuerte sea Elkarrekin más cerca vamos a estar de ello.

Según las encuestas, el lehendakari de ese tripartito debería ser de EH Bildu porque será la fuerza opositora más votada. ¿Podemos aceptaría esto a pesar de las consecuencias en el resto del Estado?

Primero hay que esperar a que voten los vascos. Nadie se puede dar por ganador ni creer que tiene asegurada una suerte de posición. Vamos a esperar que voten las vascas y, a partir de ahí, estoy convencido de que las tres fuerzas de izquierdas, que son muy diferentes, van a tener que trabajar con generosidad, poniendo los intereses de la ciudadanía vasca por encima de cualquier protagonismo. Si las tres fuerzas llamadas a construir una nueva mayoría son generosas y trabajan sin maximalismos, sabiendo que todos tienen que ceder, se puede lograr. Creo que los compañeros de Elkarrekin serán enormemente generosos con esa posibilidad.

¿Por qué hace falta un cambio en la CAV y que se vaya el PNV?

Es muy importante, la mayoría social de izquierdas, que ya existe, con matices diferentes y posturas políticas distintas, tiene ante sí un desafío histórico, que es afrontar una situación que va a ser muy difícil, de crisis social y económica, con una crisis sanitaria que no se ha superado, poniendo los intereses del pueblo trabajador vasco en primer lugar. Al PNV le van a sentar muy bien cuatro u ocho años en la oposición. Creo que el exceso de poder acumulado y la dinámica clientelar y empresarial que ha acumulado desgastan, sobre todo no a un partido, sino a la efectividad de las instituciones a la hora de proteger a la ciudadanía vasca. Por eso es importante dejar maximalismos a un lado y dejar que esa mayoría social de izquierdas se traduzca en una mayoría política que pueda hacer las cosas mejor. Gobernando juntas, las tres fuerzas pueden liderar una nueva etapa histórica y hacerlo mejor que el PNV.

También habrá elecciones en Galicia y tanto allí como en la CAV Podemos tuvo muy buenos resultados en ocasiones anteriores y ahora está a la baja. ¿Cómo lo explica?

Evidentemente no nos gusta tener menos votos, ya hablando aquí de las generales, con respecto a 2015 y 2016. Creo que son épocas bastantes distintas y que nosotros hemos cometido errores, y el principal ha sido no ser capaces de manejar las situaciones internas de manera madura. A nuestra fuerza se le ha notado la juventud, creo que hemos madurado mucho los últimos meses y a costa de habernos dejado muchos votos. Es verdad también que nuestra fuerza ha recibido ataques que prácticamente ninguna ha recibido, y a pesar de eso estamos en el Gobierno de España. Y además somos fuerzas políticas imprescindibles, determinantes e ineludibles para que haya cambio político en Euskadi y en Galicia, tratando de corregir los errores políticos del pasado.

Con respecto a EH Bildu, el acuerdo sobre reforma laboral ¿marca un antes y un después? ¿Ha acabado la época del veto a esa fuerza?

Nosotros no vamos a aceptar que se vete a ninguna formación política de izquierdas. Tenemos muchas diferencias visiblemente con Bildu pero queremos construir acuerdos políticos de izquierda. De hecho, ya gobernamos en ayuntamientos con EH Bildu. El Gobierno progresista [del Estado] tiene que mirar hacia su izquierda para construir las mayorías parlamentarias necesarias para enfocar la legislatura en la reconstrucción. Y creo que va a ocurrir, el acuerdo programático firmado por UP y PSOE permite mirar a la izquierda a fuerzas como Bildu y ERC, y no sólo eso, permite trabajar en esa dirección, ojo, sin excluir a nadie. Si Ciudadanos está dispuesto a votar los presupuestos, nosotros encantados, pero no somos ingenuos al respecto. Creo que va a ser difícil que una fuerza que gobierna con PP y Vox en Madrid, Andalucía y Murcia vaya a poder ponerse de acuerdo con el programa de un gobierno de coalición como el que firmamos nosotros.

Con respecto a la política penitenciaria de los presos vascos, UP ha pedido excarcelaciones y terceros grados durante la pandemia. ¿Está ese tema en la mesa del Gobierno? ¿Hasta cuándo se van a mantener la excepcionalidad del alejamiento y demás?

Nuestra posición en este tema es más que conocida, se refiere a la defensa de los derechos humanos y de acabar con la situación de excepcionalidad, y al cumplimiento de la propia legislación penitenciaria. En esto me va a permitir que sea prudente, creo que lo mejor en estos asuntos es hablar poco y trabajar mucho. Vamos a trabajar mucho en esto y hablar lo imprescindible.

Sobre Catalunya y Euskal Herria, ¿hay desde Moncloa algo más allá de «desinflamar»? ¿Una propuesta de un nuevo estatus del Parlamento Vasco recibiría el mismo portazo que el Plan Ibarretxe en 2005?

De momento lo que hay es algo prácticamente sin precedentes, que es una mesa bilateral entre el Govern y el Gobierno de coalición del Estado. Esa mesa tuvo que ver interrumpidos sus trabajos por la pandemia pero esa mesa va a seguir trabajando. Tiene condiciones pactadas de diálogo y se reconoce que todas las posiciones son legítimas.  A partir de ahí hay que construir juntos la hoja de ruta, en el marco de la legalidad y el ordenamiento democrático. Hay que dejar que esa mesa trabaje y sea respetuosa. El proceso electoral en Catalunya es inminente y esa mesa va más allá de coyunturas electorales y tiene el desafío de gestionar de forma democrática el conflicto catalán, que solo se debe afrontar a través de vías democráticas.

 

¿Y sobre un eventual nuevo Estatuto vasco?

El Gobierno va a dialogar siempre y a esperar con mucha atención lo que las fuerzas políticas de Euskadi trabajen. Nuestra posición en este sentido la va a marcar Elkarrekin, como no podría ser de otra manera. Vamos a escuchar con atención las propuestas que vengan y el diálogo, la empatía y la voluntad de entendimiento serán las claves que definan al Gobierno de España.

 

Sobre la comisión para investigar los GAL y a Felipe González, UP votó que sí pero antes anunció que no. Esta actitud errática ¿a qué la atribuye?

Fíjese, creo que en mi caso nadie podrá negar que he dicho de manera cristalina algunas cosas en la sede de la soberanía popular, probablemente como ningún representante de la izquierda estatal, sobre los GAL y su principal responsable. Echenique planteó una cuestión muy obvia: el rechazo visceral a lo que representó el terrorismo de Estado y a la impunidad que hubo después no puede hacernos perder la inteligencia política. El famoso documento de la CIA no decía nada nuevo que no dijera el periódico “El Salto” un año antes y nada de lo que dijo el informe de la CIA es algo que ignorase alguien mínimamente informado.

Desde el principio teníamos claro que teníamos que votar que sí, pero que eso tenía algo de trampa porque si lo saca el diario “La Razón” quizá era para convertir ETA en tema de campaña y complicar que haya tres fuerzas de izquierda que acuerden... Hay que poner por delante la inteligencia a pesar de las arcadas y náuseas que todos sentimos cuando recordamos ciertas cosas. Creo que nuestra posición era la inteligente y la que se acerca más a poder cambiar las cosas en el conjunto del Estado.

Esto, le puedo decir, en privado lo ha reconocido mucha gente de la izquierda abertzale, que esto parecía más una maniobra para tratar de condicionar la campaña para evitar ese acuerdo de las formaciones progresistas que otra cosa. En política a veces hay que poner la inteligencia y objetivos estratégicos por delante de algunas reacciones que todos tenemos pero que paradójicamente pueden alejarnos de esos objetivos. Quieren ponernos a discutir de Felipe González porque eso es algo que lógicamente tensa al PSOE y lo puede alejar de sus aliados. Es evidente a quién le interesa y parece que él está encantado de ser objeto de debate. Y en el Gobierno pensamos que hay que mirar al futuro y pensar en las tareas de reconstrucción.

En las últimas semanas vienen publicándose muchas noticias sobre el rey emérito y la posible corrupción en la corona. ¿No es hora de un referéndum sobre la monarquía? ¿Está en la agenda en Podemos para la próxima legislatura?

Creo que hay que diferenciar dos cosas. Por una parte, nosotros somos republicanos, pero por otra lo que hay es una investigación oficial que apunta a delitos muy graves de un ciudadano de nuestro país que por mucho que haya sido el jefe del Estado no puede tener impunidad. Todos los ciudadanos, independientemente de que sean republicanos, monárquicos o tengan simpatía por Juan Carlos I, tienen que estar de acuerdo con que en España no puede haber una justicia diferente. No puede tener impunidad y protección, y menos aún cuando ya no es jefe del Estado. 

Dicho esto, pensamos que el futuro de nuestro país se armaría mucho mejor desde principios republicanos. A partir de ahí, cuáles son los pasos a dar, que de alguna manera definan una voluntad democrática de la población... bueno, cada cosa llegará en su momento. Pero creo que es importante diferenciar a las fuerzas que nos identificamos con un proyecto republicano y el hecho de que todo el mundo tenga que rendir cuentas ante la justicia.

Lo último. Si pudiera cambiar algo del Gobierno de coalición en el Estado español, sea de funcionamiento o de esencia, ¿qué cambiaría?

Esas cosas se hablan en el Consejo de Ministros y son conversaciones secretas.