El problema es resolver las dificultades de la gente

Los datos de caída del Producto Interior Bruto en la CAV durante el segundo trimestre de este año parece que han superado hasta las previsiones más pesimistas. Un descenso de prácticamente un 20% con respecto al mismo trimestre del año pasado que sumado al retroceso en el primer trimestre coloca a la economía vasca en recesión, según el criterio de la ortodoxia. El aumento en el número de parados es similar en porcentaje a la caída del PIB, pero en este caso, el crecimiento tiene que ver, sobre todo, con la metodología definida en el Sistema Europeo de Cuentas que considera también desempleados a los trabajadores en ERTE. Un dato que advierte de que las estadísticas hay que tomárselas con bastante cautela. En ese sentido, llama la atención el gran impacto que el parón de la economía ha tenido en la reducción de la contaminación, superior al recorte del PIB, lo que lleva a preguntarse qué clase de riqueza crea la economía y qué es lo que realmente está midiendo el famoso PIB.

En cualquier caso, ahí están las cifra globales para certificar que la pandemia y el posterior confinamiento han supuesto un duro golpe para la actividad económica que, además, ya arrastraba problemas previos. Por otra parte, la actual incertidumbre, con nuevos rebrotes y cambios constantes en las pautas a seguir, está condicionando completamente lo que se anunció que sería una rápida recuperación. Todo parece indicar que esta coyuntura inestable se va a alargar en el tiempo, lo que afectará a toda la actividad económica, pero especialmente a los pequeños negocios y a los trabajadores precarios.

En estas circunstancias, el consejero de Economía en funciones de Lakua, Pedro Azpiazu, se mostró más preocupado por la nueva senda de estabilidad presupuestaria, esto es, por los recortes, que por diseñar planes e implementar estrategias que den estabilidad a la actividad económica. El problema no es cuadrar los presupuestos, sino cómo se afrontan en ellos las dificultades de la gente.