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JOPUNTUA

Pere Casaldáliga


Con 92 años de vida dedicados al servicio del prójimo ha muerto en estos días en Brasil Pere Casaldáliga, un íntegro y hermoso ser humano, religioso, escritor y poeta, defensor de la causa de la Amazonia donde vivió por más de setenta años y donde ha sido enterrado el que también fuera obispo de Sao Félix do Araguaia en el Matto Grosso.

Fue una de las voces más firmes de la conocida como teología de la liberación y de Pere Casaldáliga, de origen catalán, me gustaría compartir cuatro poemas de su autoría.

El primero es tan breve como contundente, casi brutal en su descarnada exposición. Un único verso, una sola figura: «La libertad con hambre es una flor encima de un cadáver».

El segundo poema “En éxodo” es una reflexión en forma de soneto sobre la vida y Dios –presente en toda su obra poética–, cuando la muerte comienza a tutearnos y dejamos de verla tan extraña: «La vida sobre ruedas o a caballo, yendo y viniendo de misión cumplida, árbol entre los árboles me callo y oigo cómo se acerca tu venida. Cuanto menos te encuentro más te hallo, libres los dos de nombre y de medida, dueño del miedo que te doy vasallo, vivo de la esperanza de tu vida. Al acecho del Reino diferente voy amando las cosas y la gente ciudadano de todo y extranjero. Y me llama tu paz como un abismo mientras cruzo las sombras guerrillero del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo».

El tercer poema se lo dedica en cierto modo al poeta Rilke, lo titula “El Poeta” y dice: «Una infancia bien soñada. La que soñara y no tuvo. Todo poeta es un niño que se niega a ser adulto. Podrán crecerle las barbas de la ira o del orgullo y caérsele a pedazos el corazón ya maduro, pero conserva los ojos deslumbradamente vivos».

El cuarto poema es tan delicado como conmovedor. Lo tituló “El corazón lleno de nombres”:

«Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres».

(Preso politikoak aske)