EDITORIALA
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¿Qué datos harán cambiar de escenario en Educación?

Las administraciones lo entienden como una baza que se reservan para poder tomar decisiones más libremente, cuando en realidad es un error que más pronto que tarde se les vuelve en contra. La falta de transparencia y la mala comunicación son problemas de gestión política con consecuencias serias. Generan desconfianza en la sociedad y distorsionan el debate público.

En la pandemia se ha visto hasta qué punto la ciudadanía agradece la asunción de errores, la explicación de los cambios de estrategia y la sinceridad ante un virus que ha liquidado todas las certidumbres. Nueve meses después de la aparición del covid-19, cada estudio viene a poner en duda alguna de las certezas que se habían constituido lentamente. Aún se sabe muy poco sobre él.

En este contexto, ver a un cargo público, a una persona, asumiendo su responsabilidad, explicando por qué tomaron unas decisiones y por qué ahora sostienen otras, dando datos claros y opiniones firmes pero no tajantes, resulta tranquilizador y favorece el debate.

Todo para setiembre

Tarde, pero se van conociendo los protocolos y planes de las diferentes administraciones vascas para el comienzo del curso escolar. Nafarroa ha sido de nuevo la que más claramente ha explicado cuáles son sus prioridades –clases presenciales–, cuáles sus estrategias para limitar los riesgos –bajada de ratios– y cuales sus inversiones para poder dar clase con la mayor normalidad posible –contrataciones e inversiones materiales–.

Por ahora, nadie está hablando de la adaptación del currículum, aunque es evidente que en ningún caso se podrá dar la misma materia y que hacen falta nuevas competencias. La manera en la que los gestores hablan sobre la digitalización como la compra de ordenadores, o que consideren que la educación telemática es dar clases por streaming, genera dudas sobre el punto en el que están estas reflexiones estratégicas.

Claro que ahora el principal objetivo de las administraciones vascas es evitar un nuevo confinamiento general. En este sentido, la apertura de las escuelas tiene el doble objetivo de no parar el proceso educativo y hacer posible la conciliación laboral de padres y madres. En todos los territorios se plantea un esquema de escenarios que se irán adaptando según varíe la situación sanitaria y socioeconómica.

Sorprendentemente, en medio de un repunte del virus, lo que las administraciones vascas no hacen públicos son los criterios sanitarios bajo los que se cambiará de un escenario a otro. Algo determinante para garantizar la salud de los niños, de un profesorado que en parte es de riesgo, las familias y sus mayores. Sabemos qué harán si localizan un caso en un centro, pero no dicen qué datos forzarán el paso de un escenario a otro.

El alarmismo de esta semana de la consejera Nekane Murga, justificado por unas cifras terribles, es incompatible con no prever cambios en el inicio del curso. La idea de las «burbujas de relaciones» tiene pleno sentido en este contexto, pero si no se es coherente con las decisiones que toma la administración, pierde todo su valor.

Los expertos, pero también la experiencia acumulada en los lugares donde ya han comenzado las clases, coinciden en destacar que para que los centros educativos no se conviertan en focos expansivos lo más importante es que la transmisión comunitaria no esté disparada. La referencia en este terreno debe ser la comunidad en la que se inscriben las escuelas, es decir, los barrios, pueblos o comarcas. Esto implica que los protocolos deben ser generales, pero su aplicación se debe dar por zonas y centros. Esto es contradictorio con que todos los centros vayan a empezar el curso en el mismo momento y escenario, cuando la situación sanitaria de cada zona del país es tan diferente. Hay que esperar que algo se haya aprendido desde que en marzo el Gobierno de Lakua decidió cerrar los centros educativos de Bastida y Balmaseda, antes incluso de que se decretase el confinamiento.

Si se fuese transparente con los criterios, sería sencillo explicar por qué se atrasa el comienzo de curso, o por qué en unos centros podrían empezar con el escenario de clases presenciales mientras otros arrancarían con uno mixto. O nada de esto. Todo se puede entender en esta situación, si se explica.

La sociedad vasca se juega mucho en este inicio de curso. Hay experiencias que demuestran que se pueden abrir las escuelas con éxito, pero se deben dar las condiciones. Para eso, hace falta transparencia.