Isabel Castro García e Igor Mera Uriarte
Miembros de la Coordinadora Nacional de ESK
KOLABORAZIOA

De jetas e irresponsables

A medida que avanza el mes de agosto queda cada vez más claro que enfrentamos una segunda ola epidémica que, previsiblemente, se agravará cuando comience la gripe estacional.

Según pasa el mes, asistimos también cada vez con más estupor a las actuaciones de nuestros gobernantes, y muy en particular a las declaraciones y actuaciones del gobierno en funciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

Ya en la primera fase de la pandemia, la ciudadanía en general, y muy en particular las personas más vulnerables, tuvimos que pagar un precio muy alto por la gestión que se hizo del confinamiento y sus consecuencias. Con unos sistemas de salud, sociales y asistenciales absolutamente debilitados por años de neoliberalismo y privatización, ni el duro confinamiento pudo contener de manera eficaz la extensión de la enfermedad y de las consecuencias que para las personas tuvo y continúa teniendo.

Con un sistema económico en el que lo público ha renunciado a intervenir y cada vez más dependiente de sectores como el ladrillo y los servicios de bajo valor añadido, las y los trabajadores, y en particular las y los más precarios, son los grandes paganos en términos económicos de las consecuencias de las crisis sociales y económica provocadas por la pandemia.

Y ahora, ante el nuevo ascenso de los números, ni un gramo de autocrítica. Nuestras gobernantes ya han decidido quienes son las culpables de este rebrote: nosotras, las ciudadanas, sobre todo las personas jóvenes porque, al parecer, no hemos estado a la altura de la situación y con nuestra supuesta despreocupación hemos obligado a los gobiernos a tomar duras medidas.

¿Recordáis la despreocupación que reinaba la noche del 12 de julio en Sabin Etxea mientras el señor Urkullu cantaba acompañado de toda la cúpula jeltzale (sí, también estaban las señoras Tapia y Murga) sin indicios de portar mascarilla ni de respetar la distancia de seguridad? Nosotras sí. No recordamos los ríos de txakoli en que bañaron aquella celebración, pero nos lo imaginamos. Todo bien, porque no fue un botellón y porque ellos, ellas, son dirigentes, no jóvenes ni pobres.

Acidez al margen, queremos plantear algunas preguntas que nos rondan en la cabeza estos días:

¿Es casual que el rebrote en la Comunidad Autónoma Vasca se haya endurecido en torno a un mes después de la celebración de las elecciones al Parlamento Vasco? ¿Por qué no escuchamos nada de esto si fue el único acto masivo en esas fechas y coincide con el aumento de los contagios y el inicio de la segunda ola? ¿Qué han hecho los gobiernos vasco y navarro en estos meses para reforzar sistemas sanitarios y sociales? ¿Qué decisiones fiscales y presupuestarias se han tomado tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en la Comunidad Foral Navarra para hacer frente a la necesaria reconstrucción social y económica? ¿Por qué ambos gobiernos han obviado en sus nuevas restricciones trasponer las obligaciones que tanto empresas como administraciones públicas tienen en materia de seguridad y prevención? ¿Por qué no contamos con datos sobre la incidencia de la covid-19 en los centros de trabajo, como si tienen en nuestro vecino Estado francés? ¿Se han dictado las órdenes pertinentes para que tanto Inspección de Trabajo (transferida en CAPV) como el funcionariado de Osalan y el Servicio Navarro de Salud Laboral puedan sancionar a las empresas por incumplimiento de las Ley de Salud Pública? ¿Qué medidas han adoptado los gobiernos para garantizar el derecho a la educación y a la igualdad de oportunidades de las y los niños? ¿Se han reforzado las políticas de conciliación para que no continuemos dando pasos atrás en igualdad por las necesidades de cuidados?

Nos acusan los gobiernos vasco y navarro de no haber sido responsables, de no haber estado a la altura (Tapia dixit) y nosotras nos preguntamos si esto no es una cortina de humo con la que tratan de ocultar su inacción y falta de decisión y de capacidad para afrontar estos tiempos tan duros que nos ha tocado vivir. Si no están anteponiendo que la rueda siga en marcha a pesar de la salud y a pesar de las personas.

Que no dude nadie, que nosotras, las y los trabajadores responderemos ahora con la misma responsabilidad y la misma altura de miras que tuvimos en marzo. Volveremos a pelear centro a centro por que se garanticen todas las medidas, volveremos a parar todas aquellas empresas donde no se pueda trabajar con seguridad. Volveremos a demandar que la crisis social también se resuelva de fondo y no con parches. Volveremos a pelear en las calles y en las empresas para forzar un cambio social y económico que nos permita reconstruir nuestro país desde el respeto a los límites naturales del planeta, la solidaridad con las personas más vulnerables, el cuidado de todas las personas y la igualdad entre hombres y mujeres.

Mientras os forzamos a ello, de las gobernantes poco esperamos. Sabemos que con la jeta tan grande que se gastan seguirán repitiendo el mantra que les dictan desde Confebask, CEN y CEOE hasta que ya nadie les escuche.