Muchos y juntos
Un fenómeno observable después del confinamiento general pasado es el aluvión de salidas a espacios naturales, por parte de personas que previamente no tenían dicha costumbre. Eso, combinado con la reducción de movilidad, voluntaria u obligada, ha hecho que determinadas zonas, sweet spots, que dirían los británicos, se hayan saturado, hasta niveles nunca vistos. Se habla de dos mil personas al día pasando por el refugio de Urriellu (del Naranjo de Bulnes como se le conoce por algunos), de la pista de acceso a Pandébano hecha polvo, etc. En páginas británicas se discute la situación en Escocia (acceso y acampada libre en espacios naturales, por ley) con el título “Libre acceso frente a conservación. Un delicado balance”. Auto caravanas, furgonetas y coches en plan masivo aparcados en caminos de acceso, zonas particulares, etc. Aquí y allá, conflictos entre la gente que vive de y en el mundo rural, con los recién llegados, advenedizos urbanos (tal como los ven ellos) empiezan a ser la norma. Hay gente poco acostumbrada a dejar limpios dichos espacios naturales y aunque sean pocos los culpables las prohibiciones están a la vuelta de la esquina y es que todos nos sentimos con derecho a dichos lugares, pero cuando vamos todos a los mismos… Somos demasiados. Un lugar aparte merece el tema de las cagadas y los papelitos que las acompañan. Desde ya, esto requiere darle una vuelta. Enterradas, bajo piedras, etc. En sitios alejados y los papelitos a casa.