La retórica de Lakua no se ajusta a sus actuaciones

Através de este diario se ha conocido el documento en el que se recoge la lista de los proyectos tractores para optar a los fondos europeos que entregó el lehendakari Iñigo Urkullu a Pedro Sánchez en agosto. Pocos documentos habrá que definan con más claridad la esencia de un gobierno que ese listado «inicial». Su contenido no deja mucho margen a la duda sobre los mimbres del actual Ejecutivo.

Es tremendamente llamativo que más de la mitad de los proyectos estén en fase de desarrollo conceptual; es decir, que son poco más que una vaga idea que se les ha ocurrido para salir del paso. Esa falta de desarrollo sería comprensible si las elecciones hubieran cambiado el color del Ejecutivo, pero es que el actual Gobierno lleva ya ocho años en el cargo; algún plan debería tener. Y si no existen planes, la acción de gobierno viene dictada por la improvisación; o por una consulta; o por la Diputación de Bizkaia, a juzgar por el número de proyectos que lidera o que se sitúan en su territorio. Se mire por donde se mire ese listado inicial, se aprecia una visión de país que empieza y termina en su territorio más occidental. Las que sí demuestran que tienen proyectos elaborados son grandes multinacionales de la energía, como Iberdrola y Petronor, empresas con suficiente músculo como para financiar y ejecutar por sí mismas y sin apoyo público cualquier proyecto que se propongan. Culmina el despropósito la eterna apuesta por el TAV, que ya ni Europa aprueba.

Más demoledor que lo que aparece es lo que falta. La investigación, el conocimiento y la innovación son el eje central de los discursos oficiales para superar la crisis y, sin embargo, no hay ni un solo proyecto encabezado por una universidad, pública o privada, o por algún centro de investigación. El discurso innovador funciona como señuelo mientras el dinero va a lo de siempre: construcción y multinacionales. El Gobierno de Urkullu domina la retórica pero carece de plan y no tiene un proyecto de país.