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JOPUNTUA

Socializar solo las perdidas


La deriva del modelo de ciudad que el Gobierno autonómico y los ayuntamientos estaban propiciando pasa por la explotación del turismo, o mejor, del turista, como fuente inagotable y casi única de recursos, con las consecuencias que semejante modelo acarrea, pero con la ventaja de unos ingresos cuantiosos, rápidos y muy golosos.

Me referiré a Donostia, que es la que mejor conozco, y la joya de la corona turística. Aun cuando la nuestra ha sido desde hace muchos años una ciudad muy vinculada a esta actividad, todo el mundo alucinaba últimamente con la cantidad de hoteles que se estaban construyendo. Grandes, medianos, pequeños; en el centro, en la Parte Vieja o en el extrarradio, pero hoteles y más hoteles. Parece imposible que haya demanda para tanta cama hotelera, pero si se tiene en cuenta que el precio medio de las habitaciones en Donostia es de los más caros del Estado, parece lógico que todos quieran repartirse el rico pastel. Como será la cosa que hasta el obispo Munilla se ha puesto a convertir en apartamentos turísticos y hoteles los edificios de la Diócesis. Eso sí, van a exigir libro de familia a las parejas que vayan a alojarse para que no estén en pecado.

La proliferación de estos establecimientos genera la proliferación de bares con pintxos a precios astronómicos y, en una palabra, la gentrificación de las ciudades, esto es, que se vacían de gente y se convierten en parques temáticos llenos de mirones ambulantes, cámara de fotos en ristre. Pero a quienes apostaban por este modelo les daba igual que los jóvenes tengan que marcharse de las ciudades porque no hay pisos o porque no pueden pagar precios inalcanzables, ni los alquileres. Solo veían la ganancia a corto plazo y el dinero fácil.

Hasta que se pinchó el balón: llegó el virus y mandó a parar: la gente no viaja, y los hoteles están vacíos. Y ahora los gremios hosteleros se dedican a llorar que hay que subvencionarles con dinero publico a fondo perdido, porque si no, cierran. El pastazo para ellos; las pérdidas para todos. Mucho morro, ¿no?