GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

Disturbios


Crecen los disturbios y las protestas en diversos puntos de Europa provocados o con la excusa de las restricciones, las medidas de cierres de actividades de ocio y restauración y otras circunstancias convertidas en oportunidades por movimientos negacionistas, o al menos que no consideran como verdades absolutas lo que se cuenta, lo que se hace, cómo se hace y con las maneras, tiempos y reglamentaciones con las que se hace. Disturbios que pueden crear confusión, y que en gran parte se montan para eso mismo, para que se movilicen sectores inquietos de la sociedad impulsados por redes sociales y focos de infección ultraderechista.

La paciencia ciudadana está consumiéndose a una velocidad incontrolable. Que al no existir una única manera de afrontar la situación el desconcierto crezca y que la sospecha de falta de criterios desde los poderes políticos se va instalando como una obviedad en amplios sectores de la sociedad, entre otras cosas, porque la comunicación tanto a nivel oficial como periodística está cargada de prejuicios y de intenciones contradictorias, por un lado, crear una alarma, y por el otro, o a la vez, crear una sensación de que todo va bien.

Y las cosas van mal y es la transparencia la única posibilidad para que se armonicen los miedos, las realidades y las miserias partidistas, que, unidas a la urgencia desestabilizadora de los ultras, confluyen en un malestar general y aumenten las dudas. Es lógico que salgan algunos sectores a protestar, a mostrar su malestar, pero cundo uno ve imágenes, convocatorias de estas concentraciones, le cuesta entender qué se pide, qué se reivindica y cuando se acaba siempre en una violencia reconocible, con saqueos, las dudas aumentan sobre los motivos de estos disturbios. O al menos de esa parte de los que participan tan organizados.