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JOPUNTUA

Espantapájaros


De todas las falacias argumentales hay pocas más simples y efectivas que la llamada hombre de paja o espantapájaros. Consiste en rebatir un argumento que el oponente no ha utilizado para dar la sensación de que derribas su razonamiento. En realidad es una forma de reducción al absurdo que hasta un niño puede hacer con bastante eficacia y añade un tremendismo que suele ser muy cautivador para quien mira.

La política, donde no todo es retórica pero sí buena parte, está llena de espantapájaros. Se usan a menudo en su versión más simple, pero también se han refinado mucho e incluso se utiliza una versión inversa de la falacia, es decir, presentar una idea como señuelo, esperando que el rival se queme cargando contra el espantapájaros para luego sacar el argumento real y utilizar el ataque en beneficio propio. Creo que es esto último lo que está haciendo el Gobierno y ERC con la polémica enmienda que elimina el castellano como lengua vehicular en la nueva ley de educación.

El nuevo redactado del artículo en cuestión no tiene ningún efecto, más allá de la exhibición política o la declaración de intenciones. Sin entrar en si podrá pasar el filtro judicial o no, la inmersión lingüística catalana ya está implantada y cimentada legalmente, tiene abundante jurisprudencia que la dimensiona, la consolida y marca sus límites. Reúne además el consenso social y la realidad es que en las zonas castellanoparlantes todos los centros la flexibilizan (que es una forma de decir que no la cumplen), por lo que en el día a día las familias que la problematizan son muy escasas.

Por no ser, la ley ni siquiera es clara sobre la enseñanza de las lenguas minorizadas en sus territorios, ni sobre quién tiene la última palabra sobre esto. Si ampara alguna protección es, en todo caso, mediante el silencio. Para lo único que sirve la enmienda es para ser un bonito espantapájaros que haga que toda la derecha española salte como un resorte a hacer acusaciones gruesas. De esta manera ERC y en parte Unidas Podemos pueden justificar ante su electorado apoyar una reforma de la Ley Wert necesaria pero bastante tibia, sin necesidad de que el PSOE se mueva.