Biden da prioridad a la pandemia mientras el mundo espera cambios
El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, se marcó el primer objetivo de reconciliar al país y superar las divisiones, a la vez que marcó la prioridad de su Gobierno de hacer frente a la pandemia de covid-19, para lo que hoy formará un grupo de trabajo que prepare las primeras medidas. Mientras, líderes del resto del mundo esperan, o temen, cambios en la relación que el unilateralismo de Trump ha dañado. China y Rusia mantenían silencio.
Joe Biden prometió ayer unir al pueblo estadounidense en su primer discurso de aceptación de su condición de presidente electo. «Prometo ser un presidente que une y no que divide», afirmó Biden frente a una multitud reunida en «drive-in» en su bastión de Wilmington en Delaware, pidiendo a los estadounidenses que ya no traten a sus «oponentes como enemigos». Biden se plantea así la prioridad de la «reconciliación» de un país dividido y la lucha contra la pandemia.
De hecho, anunció que hoy formará una unidad de crisis sobre el covid-19, que ya ha matado a más de 237.000 personas en EEUU.
Este grupo de trabajo reunirá a científicos y expertos encargados de desarrollar un plan que se implementará a partir del 20 de enero de 2021, día en el que asumirá el cargo y para el que ya se ha anunciado una campaña nacional de detección, el uso obligatorio de mascarilla en los edificios federales, la gratuidad de los test y la distribución efectiva de los tratamientos y de las futuras vacunas.
Biden también tiene la intención de cancelar el procedimiento para la salida de EEUU de la Organización Mundial de la Salud (OMS), decretado por su antecesor.
Además, ayer anuncio el lanzamiento de su equipo de transición que estará centrado en los principales desafíos actuales del país, además de la pandemia: la recuperación económica –con prioridad para los productos estadounidenses y ayudas a negocios–, avanzar en la equidad racial y el combate a la crisis del cambio climático.
Mientras su primer enfoque se dirigía hacia los estadounidenses, el resto del mundo recibió su elección con la esperanza, en algunos casos no excesiva, y en otros con el temor, de cambios en la política exterior estadounidense.
Los líderes internacionales mostraron así que no se tomaban en serio las denuncias de fraude del presidente saliente, Donald Trump, con alguna excepción, como el mexicano Manuel López Obrador, que dijo que esperará a felicitar al ganador cuando se resuelvan lo recursos judiciales.
Para empezar, Joe Biden tiene la intención de devolver a EEUU al acuerdo climático de París y cancelar su emblemático decreto de migración que prohíbe el entrada en suelo americano de nacionales de varios países de mayoría musulmana.
Entre sus rivales estratégicos, destacó el silencio de Rusia y China. Aunque se espera que cambien las formas, Biden llamó «matón» al presidente chino, Xi Jinping, y prometió «presionar, aislar y castigar» al gigante asiático, y coincide con el presidente saliente en la rivalidad estratégica de Pekín.
Irán, por su parte, se encuentra entre quienes demandan cambios, entre ellos la vuelta de EEUU al acuerdo nuclear con Teherán que rompió Trump.
«La próxima Administración estadounidense tiene la oportunidad de reparar los errores pasados y volver al camino del compromiso y los acuerdos internacionales, respetando las normas globales», afirmó el presidente, Hasan Rohani.
La postura que adopte la Administración Biden en este tema condicionará la relación con su gran aliado en la región, Israel. En su felicitación, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, confió en que no habrá grandes cambios al decir a Biden que «sé que eres un gran amigo de Israel desde hace tiempo», eso sí aprovechando para agradecer a Trump medidas como el traslado de la Embajada de EEUU a Jerusalén o la reciente gestión de los acuerdos de normalización de relaciones con varios países árabes.
Medidas que difícilmente va a revertir el Gobierno demócrata, aunque pueda no ser tan proactivo como su predecesor en el respaldo a la ocupación.
Así, la vicepresidenta electa, Kamala Harris. se ha mostrado en alguna ocasión en contra de la expansión de las colonias sionistas.
En este cambio confía el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmd Abbas, que dijo que espera trabajar con Biden «para mejorar las relaciones» con EEUU, seriamente dañadas durante la presidencia de Donald Trump. Hamas, por su parte, pidió que retirará el plan de Trump para la región.
También Cuba espera un cambio de rumbo que reduzca la hostilidad hacia la isla. «Reconocemos que, en sus elecciones presidenciales, el pueblo de EEUU ha optado por un nuevo rumbo. Creemos en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias», indicó el presidente cubano, Manuel Díaz-Canel.
La Unión Europea, despreciada por el actual inquilino de la Casa Blanca, expresó su deseo de una «sólida asociación» con EEUU. «Covid-19, multilateralismo, clima y comercio internacional son desafíos que deben abordarse juntos», tuiteó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. El primer ministro esloveno, el conservador Janez Jansa, marcó la nota discordante y felicitó a Trump por su victoria.
El temor a un cambio parecía estar detrás del silencio del Gobierno turco, embarcado en varios conflictos y que se limitó a indicar que con Biden en la Casa Blanca «no cambiará nada» en las relaciones con Turquía.
Peligrosa despedida de Trump
Mientras, quedan aún más de dos meses de Gobierno de Trump. Antes de la transferencia del poder el 20 de enero los estados certificarán sus resultados con todos los eventuales recursos y litigios resueltos, antes del 8 de diciembre, y los 538 electores se reunirán el 14 de diciembre para nombrar formalmente al presidente.
Trump sigue rehusando aceptar la derrota y conceder la victoria a Joe Biden, al que acusó de «apresurarse a presentarse falsamente» como el ganador, y prometió una guerra de guerrillas judicial contra el resultado electoral.
Pero incluso dentro de su propio partido se ve cada vez más aislado y solo un núcleo de fieles respalda su pataleta.
Nada obliga al presidente republicano a hacerlo formalmente, pero admitir la derrota es tradición en Washington.
Ayer repitió la misma rutina que el sábado. Tuits denunciando fraude y un partido de golf en Virginia.
Hasta el 20 de enero se abre un periodo de incertidumbre en el que el actual presidente, además de los recursos judiciales, puede aún tomar medidas sorprendentes.
Algunos analistas temen que se dedique a destruir pruebas incriminatorias, beneficiar a sus negocio; conceder indultos para frenar una eventual futura investigación por delitos o despida y contrate empleados como últimos castigos y recompensas.
Comienza otra carrera electoral clave por el control del Senado
Aunque el recuento de los votos no ha terminado en Estados Unidos, una nueva carrera electoral con el control del Senado en juego está en marcha desde antes incluso de que los medios proclamaran presidente a Joe Biden. Según la ley del estado de Georgia, si ningún candidato alcanza el 50% de las papeletas, los dos más votados deben enfrentarse en una elección especial. Esta circunstancia se ha dado en los dos puestos que se disputan y su resultado será clave para decidir quién controlará el Senado.
Aún quedan por declararse los vencedores de las elecciones al Senado en Carolina del Norte y Alaska, pero salvo sorpresa mayúscula, los republicanos ganarán ambas. Esto dejaría el Senado con 50 escaños republicanos y 48 demócratas.
Si los demócratas ganaran las dos elecciones especiales en Georgia empatarían a votos con los republicanos y el voto especial de la vicepresidenta electa Kamala Harris le daría ventaja a la hora de aprobar leyes, despejando la legislatura de la Administración demócrata. Para aprobar gran parte de la legislación es necesario el visto bueno de la Cámara de los Representantes y el Senado. Durante los dos últimos años de la presidencia de Trump, los demócratas controlaron la Cámara de Representantes, lo que forzó al Gobierno a negociar algunas de sus medidas y bloquear otras como el paquete de estímulos económico para luchar contra la pandemia.
Además, el Senado tiene atribuciones especiales como la de confirmar los jueces del Tribunal Supremo a propuesta del presidente, por lo que, si un juez fallece o deja el cargo y la Cámara está controlada por los republicanos, Biden debería pactar con al menos algunos senadores de este partido para aprobar a su candidato.
Por ello, las elecciones que enfrentan a los senadores republicanos Kelly Loeffler y David Perdue frente a los demócratas Raphael Warnock y Jon Ossof pueden ser claves en el desarrollo de la presidencia de Biden. Tanto Loeffler como Perdue parten como favoritos, pero el escenario podría cambiar. En la votación presidencial Trump y Biden están separados por menos de 10.000 votos, lo que anticipa que una carrera senatorial igualmente reñida, y los candidatos han comenzado ya sus nuevas campañas de recogidas de fondos y anuncios.GARA