07 DIC. 2020 Entrevista JUANMA BAJO ULLOA DIRECTOR DE CINE «En ‘Baby’ se descubre un cuento pútrido en el que asoma la luz» Nacido en Gasteiz el 1 de enero de 1967, Juanma Bajo Ulloa irrumpió con fuerza en el largometraje con «Alas de mariposa» (1991), con la que logró la Concha de Oro en Zinemaldia. También es autor de «La madre muerta» (1993), la exitosa comedia «Airbag» (1997), «Frágil» (2004) y «Rey gitano» (2015). A ello se suma su faceta como director de videos musicales como «Problemas» de Barricada. Koldo LANDALUZE DONOSTIA Cuatro años después de rodar el largometraje documental “Rocknrollers”, el cineasta vasco Juanma Bajo Ulloa retorna al género de ficción con un proyecto que sigue la estela de su vertiente más reconocible, aquella que se aleja del humor gamberro y que apuesta por seguir los senderos del drama íntimo. “Baby” se presenta como un filme emparentado con “Alas de mariposa”, “La madre muerta” y “Frágil”, y en el que predomina la esencia del cuento gótico. En su empeño por experimentar al máximo con el riesgo, el director gasteiztarra ha elaborado un largometraje en el que la ausencia de la palabra es casi total. Una apuesta que el propio autor define como «algo que me pedía el cuerpo. Hace años barrunté, de manera casi inconsciente, la idea de filmar una película en el que las palabras fuesen algo anecdótico, porque estaba convencido de que esa ausencia de diálogos dejaba abierta una puerta a través de la cual el espectador podría desarrollar su propia película mediante su imaginación». Tras su paso por Festival de Sitges –donde logró el premio a la mejor banda sonora, firmada por Koldo Uriarte y Bingen Mendizabal–, el largometraje se encuentra en plena ruta dentro del circuito de certámenes internacionales. Dentro de esta fase se incluye su estreno comercial en las salas de Euskal Herria y como prólogo a lo que será su posterior pase al Estado español. ¿Cómo definiría «Baby»? Cuando fue seleccionada para Sitges pensé que la película no era precisamente un proyecto emparentado de manera directa con el cine de terror. No obstante, han sido muchas las personas que sí han visto en ella algo que les ha estremecido profundamente. Es cierto que el suspense se intuye a lo largo del relato y por ello podría decirse que es un drama de suspense elaborado mediante códigos muy reconocibles de los cuentos clásicos. La opción de los cuentos no es nueva para usted. Así es. Siempre me han fascinado, sobre todo su vertiente más oscura. Tengo esa obsesión porque lo que hacen es reflejar de manera metafórica y simbólica los sueños y anhelos más profundos del alma humana. En ese sentido para mí son muy modernos, porque conectan con algo que me resulta muy interesante, abordar un universo en el que todos sus elementos se conectan. Es decir, en la película no son personas, son animales. Elementos orgánicos en los que asoman la fuerza de la naturaleza a través de sus bosques o la lluvia. El viejo caserón de “Baby” está casi fundido con ese entorno natural. Es la casa de Hansel y Gretel. Es lo que nos atrae o seduce y, al mismo tiempo, lo que inspira nuestros miedos más atávicos. En este singular microcosmo que planteo en la película, todos sus elementos están unidos de una manera u otra. Por ejemplo, la lluvia cae sobre un columpio cubierto de roña y su sonido chirriante guía a la protagonista hasta la casa. En su viaje incierto, un pájaro le advierte con sus trinos el peligro que conlleva adentrase en esa casa. La película está dividida en dos partes. Una de ellas dibuja un episodio muy duro y ello le permite presentar al espectador a su protagonista. En su vertiente menos visual o aparente, “Baby” es una película que gira en torno a la maternidad, el arrepentimiento y la responsabilidad que conlleva el cuidado de un hijo y, por extensión, lo que implica el amor. Es la crónica iniciática de una joven drogadicta que, tras arrepentirse de haber vendido su bebé a una mujer siniestra, decide recuperarlo. A lo largo de la historia asistimos a la progresiva metamorfosis de un personaje hundido en sus propios temores, vicios y debilidades y que emprende una nueva ruta alejada de sus miedos en torno al sentimiento de afecto que creyó olvidado. Otro elemento que llama la atención es la ausencia casi total de las palabras. Y las pocas palabras que se escuchan de manera lejana o entrecortada son en euskara. Cuando opté por esta opción lo tenía muy claro porque fue algo que fluyó de manera natural. Cuando escribí el guion me di cuenta que aportaba demasiada información y eso me llevó a pensar que estaba dudando de la inteligencia del espectador. Las palabras conllevan el riesgo de la redundancia y limitan sobremanera la percepción que tiene el público de lo que está contemplando en la pantalla. Planteé “Baby” como una experiencia inmersiva. Quería que fueran las propias “voces” de la naturaleza las que dictasen el sentido de los diálogos. Crujidos, lluvia, pájaros... son la sinfonía de sonidos que otorgan sentido a la historia. Creo que el público está harto de palabras y, en una película como esta, en la que subyace la idea de la vida y la muerte, el recurso de la palabra se me antojaba innecesario. A ello se suma que está protagonizada íntegramente por mujeres. En las mujeres se encuentra esa capacidad casi única de percibir sensaciones y emociones que están arraigadas en nuestro ser más profundo. La protagonista ha parido a su hijo en su deteriorado apartamento. En mitad de la mugre asoma ese llanto que derriba lo putrefacto. Quería hablar de la creación y la capacidad de crear que tienen solo las mujeres y, en este sentido, la naturaleza es la “Gran Madre”. Del filme emana una sensación insalubre, una atmósfera corrompida y es esa fuerza telúrica que mueve a la joven lo que otorga la luminosidad que requería la historia. A través de la película quise explorar que la belleza es posible, incluso en los ámbitos más corruptos y sucios de la vida. ¿Cómo fue la reacción de Rosie Day, Harriet Sansom Harris, Natalia Tena, Charo López y Mafalda Carbonell cuando les propuso el proyecto? Fue algo muy interesante. Desde el primer instante aceptaron el reto de embarcarse en un proyecto muy modesto y arriesgado. Fíjate, teníamos en los roles principales a las actrices británicas Rosy Day (que ha participado en proyectos como “Outlander”) y Harriet Sansom Harris (“El hilo invisible”) o Natalia Tena, que ha tomado parte de “Juego de tronos”. Tena me convenció de que su rol no fuera la protagonista, inicialmente iba a ser ella. Se veía mejor en el papel de “La albina”. Aportaciones como esta son muy enriquecedoras.