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EDITORIALA

El reto de las nuevas monedas digitales


Siete bancos centrales y el Banco Internacional de Pagos han elaborado un informe conjunto sobre las criptomonedas. El informe avanza las características que ha de tener una moneda digital emitida por los bancos centrales. Básicamente, consideran que su emisión no ha de poner en peligro la estabilidad monetaria y financiera. Señalan, además, que las monedas digitales deberán coexistir con otras formas de dinero y, por último, apuntan que las impulsarán con el objeto de promover la innovación y la eficiencia. Y a partir de esos principios generales los bancos centrales van a comenzar a realizar experimentos y a compartir resultados.

Lo cierto es que las criptomonedas ha revolucionado la forma de emitir dinero. Con ellas no hace falta una instancia central para validar las transacciones, sino que esa verificación se realiza mediante un proceso colaborativo entre los participantes, lo que entra en conflicto con el carácter relativamente centralizado de la emisión de las actuales divisas. Los bancos centrales, conscientes de esa contradicción, apuestan por seguir estudiando el papel que pueden desempeñar en un ecosistema que dicen apropiado para la participación privada. El problema es que por participación privada se suele entender solamente grandes corporaciones, lo que suele terminar en una centralización privada al margen de todo control público. En el caso de las monedas digitales esa es una puerta a la acumulación de información sensible muy peligrosa. En otra escala es lo que ocurre ahora con los sistemas de pago por tarjeta que, además de información, son una suculenta fuente de comisiones para unas pocas empresas privadas, sin que ningún banco central haya creado una alternativa pública que les haga competencia.

Los bancos centrales reconocen que el actual dinero cuenta con la confianza de la gente y es por tanto un bien público que hay que preservar. Evitar el monopolio privado de las monedas digitales puede ser un buen comienzo.