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AZKEN PUNTUA

Lengua de trapo


La enseñanza inmersiva de las lenguas que los franceses siguen llamando regionales, en contraposición con el francés, idioma nacional, internacional e interplanetario donde los haya, puede recibir un empujón oficial si la proposición de ley que tras salir descafeinada de la Asamblea Nacional y que adoptó el Senado esta pasada semana con algo más de chicha, se bendice tal cual en el debate legislativo de abril. Porque los y las senadoras de la República, además de oficializar la enseñanza vehicular en la lengua vernácula, han dado el visto bueno a que las instituciones locales ayuden a la financiación de la educación en estos idiomas. Un sopapo en toda regla al ministro Blanquer, que ha visto cómo sus anteojos jacobinos han salido disparados en dirección contraria al camino emprendido por cerca de 5 millones de hablantes de alsaciano, corso, catalán, occitano y euskara entre otros. Pero no hay que cantar victoria. Ni siquiera tararearla. Porque el francés, la lengua del trapo tricolor que cuelga de los mástiles de las instituciones de la república, sigue siendo la única oficial. Y al paso que vamos, con la Ley de Seguridad Global, ni siquiera podrá balbucearse una palabra en este idioma sin permiso de la Policía. Ya lo comprobaron este sábado los miles de manifestantes a los que, porra en mano, se les metió el trapo en la boca, sin opción de reivindicar que esta lengua es mía.