GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

Maternidad


Confieso que dudo. Cada día me parece más difícil mantenerse dentro de una cierta coherencia con las ideas que fundamentaron a uno su manera de entender el mundo y sus habitantes. Hasta me cuesta cada vez más relacionarme con todos los dioses que han ocupado parte de mis resortes emocionales y algunas creencias que se han demostrado fruto de unas ideología que inoculaban conceptos reaccionarios, patriarcales, de dominación y de exclusión. Las dudas pueden paralizar o convertirse en el detonante de una necesidad de entender, de encontrar otra vez esa vía directa a la coexistencia entre lo que era dogma y hoy es pecado.

Una niña de doce años ha dado a luz tras cumplir el embarazo a un bebé que parece estar en perfectas condiciones. Como la niña-mamá. Ha sucedido en Cantabria, el parto ha tenido lugar en su propia casa sin ninguna dificultad, según cuentan las asistencias médicas que acudieron a atenderla. El padre, según las mismas crónicas, es un joven de diecisiete años del entorno familiar y que está cumpliendo prisión por tráfico de drogas. Hay más detalles sobre este caso: el entorno académico dice que la niña no dio ningún síntoma de embarazo y que estudió con mucha concentración y buenos resultados. Hasta aquí lo que es la noticia contada sin aditivos.

Mis dudas son variadas y graves, porque si no detectaron en su escuela ningún motivo para sospechar de su embarazo, la cosa es un caso. ¿No hay ningún control familiar, escolar, social para atender a niñas en esta situación? Detectada la situación, ¿qué se puede hacer? Ahora tenemos una noticia, una niña que es madre, ¿sabiéndolo, voluntariamente o por algún acto forzado? ¿La niña cuidará a su bebé o intervendrá alguna institución? La maternidad convertida en una coartada, en una condena.