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EDITORIALA

Con la pandemia ya no se puede contemporizar


Euskal Herria acaba de superar la barrera de 4.000 personas fallecidas por coronavirus. Prácticamente ha muerto el mismo número de personas durante la primera ola y desde agosto hasta el día de hoy. Una suma enorme que no deja de crecer y que muestra la enorme tragedia que estamos viviendo. Sin embargo, da la impresión de que este goteo está totalmente asumido como algo más o menos inevitable ante lo que no queda más que la resignación. A ello tal vez haya contribuido el cambio en el modo de informar sobre el número de fallecidos en la CAV, que de ser un dato diario ha pasado a ser una información semanal, con lo que las muertes desaparecen de la imagen del día a día de la pandemia, convirtiendo el flujo cotidiano de muertes en un dato esporádico. Puede que este cambio contribuya a tranquilizar a la población pero desde luego no facilita una comprensión cabal de los riesgos asociados a la pandemia.

Y mucho menos en estos momentos en los que se apunta la llegada de una tercera ola tras las fiestas navideñas. Los datos empeoran y en países cercanos se vuelven a tomar medidas drásticas. Así, Catalunya cerrará los comercios diez días, mientras Escocia e Inglaterra anuncian nuevos confinamientos. Las complicadas fechas y la mayor transmisibilidad de la nueva variante están haciendo estragos. Se trata de una variante que ya está entre nosotros, por lo que abstraerse ante lo que ocurre en Londres no es una opción. Es fácil que ocurra también aquí si no se toman las medidas adecuadas a tiempo.

Este ascenso de los casos ha hecho cambiar la estrategia de vacunación en Inglaterra –priorizarán poner la primera dosis a más gente, antes de poner la segunda–; ¿Existen aquí planes de contingencia al respecto? De momento, ayer se conoció el ritmo, todavía lento, del proceso de vacunación, sobre el que cabe esperar que se acelere en los próximos días. Cada vacuna puesta puede ser una vida salvada, sobre todo en poblaciones de riesgo.