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EDITORIALA

Aquellos que actúan como si nada hubiese cambiado


Decenas de miles de personas se manifestaron el sábado en cerca de 240 puntos de toda Euskal Herria en defensa de los derechos de los presos y las presas y de su pronta excarcelación. Una media de 200 personas por cada cita (una media nada descabellada, pues solo en Baiona hubo 2.000, en Ondarroa 600, en Oñati 900 o en Bergara 600 y en Santurtzi 450, por poner unos ejemplos) nos daría como resultado que, pese a la pandemia y las adversas condiciones meteorológicas, se manifestaron cerca de 50.000 ciudadanos y ciudadanas. Con poco que subiera la media, estaríamos hablando de que, pese a las especiales circunstancias descritas, se ha producido de nuevo esa gigantesca movilización anual, que tiene una lectura muchos más profunda que la meramente numérica.

La persistencia de este tipo de movilizaciones muestra que problemas que ya deberían estar superados o en vías de superación siguen aún sin abordarse debidamente, y que existe un amplio consenso en la sociedad vasca para que también esa página se cierre sin demoras crueles.

Así es, las cuestiones derivadas de la fase anterior siguen sin resolverse diez años después de que ETA abandonara para siempre las armas, por la terquedad vengativa y la falta de altura política de algunos, que, además, entienden que chapotear en el pasado les permite mantener sus ventajas y privilegios políticos. Y para ello siguen actuando como si nada hubiese pasado, con mensajes y gestos idénticos a los de hace más de una década. Lo acaba de hacer Pablo Casado con motivo del aniversario de la muerte en atentado del edil de Zarautz José Ignacio Iruretagoyena. Sin embargo, el hijo de este ha afeado al líder del PP la utilización partidaria que realiza de las víctimas. La realidad, efectivamente, ha cambiado y quien no actúe en consecuencia chocará con la percepción y sensibilidad de la sociedad vasca, en posiciones mucho más avanzadas en la búsqueda de la paz.