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La UE se resiste a la vacuna rusa con argumentos débiles


La revista “The Lancet” publicó ayer un estudio que otorga a la vacuna rusa una eficacia del 92% en un ensayo con 20.000 personas. La Sputnik V ya ha sido aprobada en unos 16 países y Rusia quiere que también la compre la UE. Sin embargo, para ello habrían de solventarse dos obstáculos: la aprobación por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y cumplir con la producción interna que exige la UE.

Representantes del Instituto Gamaleya estuvieron en contacto con la EMA hace dos semanas para homologar el producto a sus estándares y conseguir la aprobación. En este sentido, el visto bueno por parte de otras agencia del medicamento, como la argentina (donde el presidente ha sido ya vacunado ante las televisiones con la Sputnik V), hace difícil que la EMA se abstenga de valorarla. Además, cabe apuntar que la vacuna se está inyectando en decenas de miles de personas, sin que hayan aflorado problemas con este medicamento.

La oferta que Rusia lanza a Unión es particularmente interesante, pues se ha comprometido a entregar 100 millones de dosis en el segundo trimestre, que es cuando la UE tiene que dar el acelerón si es que quiere llegar a ese 70% de inmunidad. Para economías como la española o la italiana, que dependen de la campaña turística de verano, resulta capital tener un elevado porcentaje de inmunización dentro de la UE si quieren que se active el turismo a nivel intracomunitario.

Al tratarse de una vacuna de dos dosis, esos 100 millones alcanzarían para inmunizar algo más de un 10% de la población entre a abril y junio.

Frente a esta oferta, la UE cuenta con otros contratos, pero pocos productos le ofrecen tantas ventajas. AstraZeneca se ha quedado en unos niveles de eficacia muy por debajo (sobre un 62%) y también ha pinchado en este sentido J&J (66%). Además, AstraZeneca no está cumpliendo con los envíos acordados (en el primer trimestre solo enviará la mitad de los 80 millones de dosis comprometidos).

No obstante, aceptar los 100 millones iría en contra de los criterios de compra que se ha autoimpuesto la Unión, dado que exige a las farmacéuticas que tengan centros de producción dentro de la UE, cosa que el Instituto Gamaleya no cumple. Es un criterio extraño, dado que solo exige que parte de la fabricación se ejecute en la UE y sí que se acepta que las vacunas se importen de terceros países.

En la oferta rusa, obviamente, se entrecruzan intereses de tipo geopolítico. Rusia ya logró que Hungría se saltara la consigna que se marcaron los miembros de la UE para comprar conjuntamente las vacunas. Viktor Orbán adquirió dos millones de estas vacunas, sin autorización de la EMA.

“The Lancet” justifica el rechazo original de la comunidad científica a la Sputnik V asegurando que Gamaleya «tomó atajos» y le achaca opacidad. Sin embargo, ahora concluye que los resultados «son claros y el principio científico de la vacunación queda demostrado».