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Un Ecuador hastiado vota continuidad o la vuelta a la izquierda

Ecuador celebra mañana, en medio de una crisis económica agravada por la pandemia y del hartazgo con el Gobierno, unas presidenciales con dos claros favoritos a una segunda vuelta para suceder al impopular Lenín Moreno y que defienden dos modelos antagónicos: la economía social de Andrés Arauz y el neoliberalismo de Guillermo Lasso. Empleo y corrupción son los asuntos más urgentes para los ecuatorianos. El número de indecisos ronda el 30%.


Dieciséis candidatos, un récord en Ecuador, compiten mañana en las elecciones presidenciales para suceder al impopular Lenín Moreno, que el 24 de mayo, tras un mandato de cuatro años dejará el cargo y un legado marcado por su ruptura con el socialismo impulsado por su prede- cesor, Rafael Correa, quien le aupó a la Presidencia, y por la implementación de medidas de austeridad que han generado hartazgo en la ciudadanía y que en octubre de 2019 provocaron un estallido social.

Pero todas los sondeos dan como favoritos para la segunda vuelta a Andrés Arauz (32% en intención de voto) y Guillermo Lasso (21%), que representan el cambio y un viraje a la izquierda tras los casos de México, Argentina y Bolivia, y el continuismo y un giro más hacia la derecha, respectivamente, en unos comicios marcados también por la ausencia de Correa. El exmandatario aspiraba a la Presidencia, pero fue inhabilitado tras ser condenado por corrupción en un proceso que sus partidarios consideran persecución política.

Además de la incertidumbre de la primera vuelta –el porcentaje de indecisos oscila entre el 23% y el 37%–, las encuestas auguran una abstención significativa, aunque en Ecuador el voto es obligatorio para los menores de 65 años. Al hastío de la ciudadanía se suma ahora el miedo al coronavirus, que ya ha provocado unas 15.000 muertes.

El Gobierno que entre en funciones en mayo deberá hacer frente a importantes desafíos como la reactivación de la economía nacional, severamente dañada, recuperar la credibilidad en las instituciones del Estado, perdida por malas decisiones, irregularidades y escándalos de corrupción en algunas de ellas, y luchar contra la pandemia. Pero, además, el desempleo va a ser un factor determinante.

Crisis económica

Ecuador enfrenta una deuda externa crónica y una crisis económica agravada por la pandemia y la inestabilidad de los precios del petróleo, su principal producto de exportación.

Moreno pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que ha tratado de blindar sus acuerdos durante su reciente viaje a EEUU, alegando que recibió de Correa un país con serias dificultades económicas. Esta estrategia ha permitido sostener la economía dolarizada, pero la deuda externa ha aumentado de 26.800 a 42.300 millones de dólares (44% del PIB), según el Banco Central.

Así, entre los retos de las nuevas autoridades está también el de reducir un déficit presupuestario cercano a los 5.000 millones de dólares.

El economista y exministro Arauz, que hoy cumple 36 años, concurre por la coalición Unión por la Esperanza (UNES). Fue director general bancario del Banco Central de Ecuador y ministro de Talento Humano en 2015 y de Cultura en los primeros meses de 2017. Fiel seguidor de Correa, considera a Moreno un «traidor» y ha advertido de que desconocerá varios de los acuerdos suscritos por el Gobierno saliente con el FMI al tiempo que ha anunciado su intención de reconstruir la Unasur y reconstituir el socialismo del siglo XXI. Rechaza la política de austeridad.

La derecha conservadora apuesta por el exbanquero Guillermo Lasso, de 65 años y vinculado al Opus Dei, que concurre por tercera vez con CREO (Creando Oportunidades) y lidera la oposición al correísmo. Sin estudios superiores, fue presidente y gerente del Banco de Guayaquil. Sus detractores le señalan como uno de los artífices, en 1999, de la peor crisis financiera de la historia del país, conocida como «feriado bancario», cuando era «superministro de Economía» de Jamil Mahuad, que costó al Estado más de 8.000 millones de dólares en rescates bancarios y provocó un dramático auge de la emigración y la pobreza.

Tercero en discordia

Ambos son favoritos para una segunda vuelta, ya que para evitarla el ganador debería obtener más de la mitad de los votos o al menos el 40% y una diferencia de diez puntos respecto al segundo. Pero con un 12% en intención de voto se sitúa Yaku Pérez, candidato del Pachakutik, el brazo político de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador), que se beneficia de la popularidad del levantamiento de 2019 liderado por el movimiento indígena contra las medidas de austeridad exigidas por el FMI en los acuerdos firmados con el Ejecutivo de Moreno y con reivindicaciones más amplias tiene el apoyo de los campesinos. Pérez, abogado de 51 años, de etnia cañari y ateo en un país profundamente católico, se opone firmemente a la minería, lo que le enemistó con el Gobierno de Correa.

Los expertos aseguran que Pérez, el primer candidato indígena en 15 años, podría jugar un papel determinante en una segunda vuelta que auguran «muy disputada y dura» debido a las posiciones radicalmente opuestas de los candidatos –no más intervención estatal, para unos, y no más mercado, para los otros– y, probablemente, marcada por una «campaña sucia y violenta que desacreditará aún más la política ecuatoriana, salpicada de escándalos de corrupción».