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Humo


Solo hay que seguir su estela y el humo nos indicará dónde se encuentra el fuego. Ése que este fin de semana ha probado una vez más que esas fronteras que los gobiernos pretenden trazar y controlar no existen más allá de unos papeles, futura ceniza. Hay otras humaredas en cambio que no surgen de las llamas, sino que más bien las provocan. Como los que anda aventando el Gobierno de París en torno al «islamo-izquierdismo» que opera, al parecer, en los campus universitarios. La ministra del ramo ha ordenado al prestigioso CNRS que indague, a lo que el centro ha respondido argumentando que ese término no responde a ninguna realidad científica. 600 investigadores y docentes universitarios ya han reclamado la dimisión, pero para su colega el ministro Blanquer, aunque el palabro no sea científico «describe una realidad política», porque los «extremistas» islámicos «encuentran a aveces cómplices en ciertos sectores de la extrema izquierda». Nada dice de los lazos de su gobierno con los emires, poco proclives a promover en sus países una educación universal basada en el respeto a los derechos humanos. Lo importante es propagar una gran fumata para esconder entre otras carencias la falta alarmante de todo tipo de medios en educación y en investigación, más evidentes y más insoportable si cabe en este contexto de pandemia. Cuando llegue el fuego, que llegará, podremos seguir su estela hasta dar con el humo.