Vacunas: nuestra mejor baza pero no la única carta

Dentro de unos años recordaremos la pandemia provocada por el covid-19 como una de las etapas más aciagas de nuestra historia reciente, pero entre todas las malas noticias que venimos acumulando desde hace un año sobresaldrá, como reverso positivo, la capacidad que ha mostrado el ser humano para crear en unos meses una vacuna efectiva contra la nueva enfermedad. De hecho, no es una, son varias, y hay más en camino. La dictadura de la inmediatez informativa y el agobio provocado por el miedo y la incertidumbre no nos permiten calibrar debidamente el logro que supone que hoy estemos hablando de una campaña de vacunación, de grupos prioritarios y de plazos.

Las vacunas son nuestra mejor baza. La espectacular evolución de la incidencia en las residencias de mayores es el mejor ejemplo de su capacidad para dar la vuelta a las perspectivas más sombrías. De hecho, como apunta en estas páginas Aurelio Barricarte, responsable del Instituto Navarro de Salud Pública y Laboral para las vacunaciones, inmunizar a la población de más de 60 años eliminaría casi el 80% de los ingresos hospitalarios, lo que supondría un gran paso desde el punto de vista de la presión asistencial, y una fantástica noticia para una sociedad que ha asistido a demasiadas tragedias a causa del SARS-CoV-2.

Ese es un objetivo que podría alcanzarse esta primavera... si todo va como es debido y según lo previsto. Y es que, al margen del efecto que puedan provocar las nuevas variantes, el incumplimiento de plazos y cantidades por parte de las farmacéuticas impide dar nada por seguro. Hoy por hoy, seguimos hablando de hipótesis y esperanzas. Y por ello, debemos recordar que aunque la vacuna es nuestra mejor baza, no es la única. Las medidas de prevención, el reforzamiento del sistema sanitario, aumentar la capacidad de rastreo, son cartas que ya están en nuestra mano y que pueden ayudar a alcanzar de la mejor forma posible ese momento en que podamos echarle un órdago al virus.