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EDITORIALA

Despenalizar el aborto, una lucha que no cesa


La Corte Interamericana de Derechos Humanos escuchó ayer los alegatos finales del Estado de El Salvador y de los representantes de la familia de «Manuela», una mujer pobre de una zona rural salvadoreña que fue condenada por aborto a 30 años de prisión. Murió en la cárcel, esposada a una cama de hospital, a causa del cáncer que padecía y que no fue tratado adecuadamente en la cárcel en la que la encerraron. Es difícil imaginar más ensañamiento y mayor crueldad en el trato a una mujer pobre –como lo son la mayoría de las víctimas de estas leyes machistas– y enferma, por el mero hecho de haber tenido un aborto natural.

Su historia retrata en toda su crudeza el machismo institucional que, como denunció la familia ante la Corte, presiona a los médicos para que violen el secreto profesional y denuncien a las autoridades judiciales cualquier sospecha de aborto. Asimismo, les exigen que entreguen toda la información que hayan obtenido de las pacientes. Una actitud persecutoria contra las mujeres que es fiel reflejo del fanatismo que alimenta ese machismo institucional, porque a estas alturas no se puede entender de otra manera que todavía se mantenga una legislación que prohibe el aborto en todos los supuestos, que lo castiga con elevadísimas penas de prisión y que, además, se persiga con semejante saña el menor indicio de aborto.

El Salvador no es el único país de América Latina que todavía mantiene una prohibición total del aborto. Con Honduras, Nicaragua, Haití, Surinam y República Dominicana conforma el sexteto de países con una legislación que viola los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Pero gracias al tesón de la familia y a la movilización de los colectivos feministas, el caso de Manuela ha llegado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos que, por primera vez, va a tratar un caso de criminalización del aborto. La lucha feminista ha creado un precedente tras el que pueden venir otros muchos, y que terminarán tumbando esas barreras que hoy parecen infranqueables.