GARA
MADRID

Rabat se revuelve contra Madrid por la hospitalización de Brahim Ghali

Marruecos deploró oficialmente y pidió explicaciones al Gobierno español por la acogida y hospitalización del presidente de la RASD, Brahim Ghali, enfermo de covid-19. Frente a la irritación de Rabat, Madrid aseguró que este hecho no dañará la relación con «un amigo y un socio privilegiado» en lo económico y lo político. Pero a Rabat no le es suficiente en su ofensiva diplomática para que acepte oficialmente la ocupación de Sáhara Occidental.

El Gobierno de Marruecos deploró ayer oficialmente «la actitud de España» por acoger al presidente de la República Árabe Saharaui Democrática y líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, que se encuentra hospitalizado en territorio español para recibir atención médica tras contagiarse con el coronavirus.

«Marruecos expresa su decepción hacia este acto contrario al espíritu de partenariado y de buena vecindad y que tiene que ver con una cuestión fundamental para el pueblo marroquí y sus fuerzas vivas», señaló el Ministerio de Exteriores.

La víspera ya había convocado al embajador español en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner, para exigirle explicaciones, y medios progubernamentales apuntaron la «exasperación» de Marruecos por la postura española.

Los gobiernos español y marroquí tienen pendiente una cumbre, suspendida el pasado diciembre, oficialmente por la pandemia.

Pero tanto esta suspensión como reacciones como la de ayer, reflejan el aumento de la presión sobre Madrid con el que Marruecos intenta forzar a la antigua potencia colonizadora a que se alinee con los pasos dados por Estados Unidos en el reconocimiento de la soberanía sobre el territorio ocupado.

Rabat, socio privilegiado

El ministro de Exteriores marroquí, Naser Burita, marca esta línea diplomática más agresiva a la que ya no le es suficiente el statu quo. Burita ya pidió que la UE «salga de la zona de confort» que supone apelar a la ONU y a una salida negociada para la excolonia, a pesar de que, en la práctica, no solo Madrid sino la UE en general colabora con una ocupación que acepta de facto. La ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, confirmó que Madrid no quiere irritar a Rabat. El viernes argumentó que Ghali fue admitido «por razones estrictamente humanitarias» y que Marruecos es su socio preferencial. «Quiero dejar claro que para nada esta cuestión impide ni perturba las excelentes relaciones que España tiene con Marruecos, que es no solo un vecino y un amigo, sino un socio privilegiado en lo económico, en lo político, en lo migratorio, en lo empresarial y en la lucha contra el cambio climático. Y eso no cambia», remarcó la ministra. Rabat insistió en su queja en que Ghali fue admitido «a escondidas y con un pasaporte falso» y sin avisar al Gobierno marroquí.

160 días de acoso a la activista Sultana Khaya y su familia

La activista saharaui Sultana Khaya, en arresto domiciliario desde hace 160 días, ha denunciado que está siendo hostigada por parte de las fuerzas de ocupación marroquíes. Khaya regresó a Sahara Occidental desde el Estado español el 18 de noviembre, cinco días después de que la intervención de Marruecos en Guerguerat reactivara la guerra con el Frente Polisario. La activista, que señala que volvió «para salvaguardar la integridad física de las mujeres y los hombres que viven en territorios ocupados», ante el aumento de la represión, denuncia que el acoso que sufre se extiende a su madre de 84 años y a una hermana, que el pasado febrero fue golpeada por policías. Su casa de Bojador se mantiene bajo asedio de policías que impiden cualquier visita. Khaya teme por su vida después de que en los últimos días hayan aumentado las agresiones y policías vestidos de civil apostados en la calle hayan entrado por la noche, y cortado la luz y el agua. Khaya ha decidido dormir fuera de la casa, «en la acera para que «todo lo que nos pueda pasar sea a ojos públicos», ya que también fueron agredidas cuando trataron de dormir en la azotea, donde colocaron varias banderas saharauis. La activista denuncia que su situación refleja la que sufren todas las mujeres saharauis y otros activistas, periodistas y defensores de derechos humanos: «Para la Policía marroquí todas son peligrosas, porque luchan por la libertad de su pueblo». GARA