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Kiev quiere redefinir Chernóbil 35 años después de la catástrofe nuclear

Tres décadas y media después del peor accidente nuclear de la historia, la catástrofe de Chernóbil pervive en las conciencias colectivas dividida entre el recuerdo simbólico y los efectos reales que todavía se perciben en una región –el norte de Ucrania, muy cerca de la frontera con Bielorrusia–, donde el año pasado un incendio provocado en los bosques de la zona causó un repunte de radiación hasta dieciséis veces por encima de los niveles normales.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió ayer a la comunidad internacional que colabore para garantizar la seguridad nuclear y evitar que se repita el desastre de Chernóbil, en el 35º aniversario del peor accidente nuclear de la historia.

«La explosión en la central de Chernóbil y sus consecuencias transformaron el mundo. Nuestra tarea es convertir la zona de exclusión en una zona de renacimiento y hacer todo lo posible para reforzar la seguridad nuclear y evitar catástrofes similares en el futuro», declaró durante una visita a la zona de exclusión de la central.

En los últimos años la zona de exclusión de Chernóbil, de unos 30 kilómetros alrededor de la central, ha atraído a decenas de miles de turistas, en su mayoría extranjeros, ávidos de emociones, aunque las autoridades estiman que los humanos no podrán vivir allí de forma segura hasta dentro de 24.000 años.

Kiev quiere inscribirlo en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco para «preservarlo y permitir que las generaciones futuras lo vean con sus propios ojos», señaló ayer el ministro de Cultura, Oleksander Tkachenko.

«Chernóbil no es un lugar de entretenimiento, sino de memoria y de turismo responsable», escribió en Telegram.

El 26 de abril de 1986, a las 1.23, el reactor número 4 de Chernóbil, situado a un centenar de kilómetros de Kiev, explotó durante una prueba de seguridad. Durante diez días, el combustible nuclear ardió y liberó a la atmósfera elementos radioactivos que contaminaron sobre todo las entonces repúblicas soviéticas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, así como partes de Escandinavia y Europa en general.

Las autoridades de la URSS intentaron ocultar este accidente. Según documentos de archivo publicados el lunes por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), en 1982 y 1984 se produjeron al menos tres averías en la central de Chernóbil, pero las autoridades soviéticas las mantuvieron en secreto.

«Desastre antropogénico»

El balance de víctimas de la catástrofe sigue siendo objeto de debate. El comité científico de la ONU solo reconoce oficialmente una treintena de muertos entre los operarios y los bomberos que fallecieron por la radiación después de la explosión.

En 2006, Greenpeace estimó en unos 100.000 el número de muertos provocados por los efectos radiactivos.

Unas 116.000 personas fueron evacuadas en 1986 de los alrededores de la central, que siguen prácticamente inhabitados. En años posteriores, 230.000 más.

Durante cuatro años, unas 600.000 personas, los llamados «liquidadores», se desplegaron en el lugar de la catástrofe con escasa o ninguna protección para sofocar el incendio, aislar el reactor con una cubierta de hormigón y limpiar los alrededores.

El número real de afectados es imposible de conocer. Viktor Sushko, subdirector general del Centro Nacional de Investigación de Medicina Radiológica, con sede en Kiev, describió Chernóbil a la cadena británica BBC como «el mayor desastre antropogénico en la historia de la humanidad» tras estimar que cinco millones de ciudadanos de la antigua Unión Soviética, incluidos tres millones en Ucrania, han sufrido como resultado de la catástrofe.

Chernóbil siguió produciendo electricidad durante 14 años, hasta que la presión internacional obligó a su cierre en 2000. Hoy, la Unidad 4 está cubierta por una cúpula de acero levantada con ayuda internacional, mientras que el Gobierno ucraniano ha construido un almacén de combustible nuclear.

La gigantesca bóveda cubrió el agrietado e inestable «sarcófago» de hormigón instalado sobre el reactor dañado. En teoría debe garantizar su seguridad durante los próximos 100 años. Sin embargo, partes del sarcófago se están volviendo inestables y tendrán que ser eliminadas en algún momento.