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Guillermo Lasso asume la Presidencia para sellar el giro de Ecuador a la derecha


El derechista Guillermo Lasso asumió ayer la Presidencia de Ecuador tras vencer al correísmo en las elecciones y sellar el giro a la derecha que inició Lenín Moreno. Hereda un país golpeado por una crisis, la económica, que se extendió a lo social y sanitario a causa del covid-19, y asume el cargo con el objetivo de acabar con el legado de Rafael Correa, tarea que comenzó su predecesor.

Para su gestión de cuatro años promete un «Gobierno del encuentro», que recoja «su diversidad social y las diferentes orientaciones de pensamiento, con el objetivo de alcanzar un país equitativo y próspero, y una encarnizada lucha contra la corrupción», pero sus proyectos de ley necesitarán el apoyo de la Asamblea Nacional, una Cámara dividida en la que su partido tiene escasa representación.

Lasso ha anunciado alianzas público-privadas y concesiones para obtener recursos. Durante su participación anticipó que su Administración apostará por duplicar la producción petrolera, pondrá en concesión las refinerías de gasolinas, impulsará la minería y ofrecerá áreas estatales a la iniciativa privada.

Tiene al Fondo Monetario Internacional (FMI) como principal financista de Ecuador a cambio de reformas estructurales, como alzas tributarias y planes de privatización a los que se oponen sectores sociales.

En su discurso de toma de posesión exhortó a los ecuatorianos a preguntarse por qué un país «tan rico» tiene un «pueblo tan pobre» y culpó de esa herencia a gobernantes que incurrieron en el «caudillismo» a lo largo de los años, en referencia a Correa, que reside en Bélgica desde que abandonó el poder y desde entonces ha sido objeto de un persecución judicial que incluye dos órdenes de prisión.

«Es un día de renovación porque el Gobierno que hoy nace tiene la responsabilidad de liderarnos hacia un nuevo siglo de republicanismo», dijo, al tiempo que prometió trabajar por los sectores más vulnerables.

También anunció que «se acabó la persecución política en Ecuador» porque «no he venido a saciar el hambre de pocos sino el hambre de muchos», y prometió fortalecer la democracia para terminar con «lacerantes desigualdades entre el mundo rural y el urbano», y «crear oportunidades» para jóvenes y mujeres.