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EDITORIALA

Afrontar la pérdida de empleo real, no ficticio


Es increíble que el Gobierno de Gasteiz pretenda que el tema de debate sea la pérdida de unos empleos que no existen –los que Corrugados ha dicho que no va a crear en Azpeitia–, cuando lo más lógico en este momento sería hablar del empleo real que se está destruyendo en Euskal Herria. Sin ir más lejos, centenares de trabajadores de Tubacex, Petronor, PCB, Bilboko Argia, Novatel y H&M salieron ayer a las calles de Bilbo para defender sus puestos de trabajo, en serio peligro. Son muchas familias, comarcas enteras bajo amenaza, y este Gobierno se muestra superado e incapaz de darles una respuesta.

El Gobierno de Iñigo Urkullu defiende un sistema que permite que empresas con ganancias logren mayores beneficios recortando en personal. Empresas a las que se ayuda para que creen empleo, pero sobre las que no existe ningún tipo de control. El caso más salvaje es el de la banca española que fue rescatada, ha recuperado ganancias sin devolver lo que cogió de las arcas públicas, ha especulado alterando el mercado inmobiliario, ha rebajado servicios y maltrata a una clientela totalmente indefensa, a la vez que planea una reconversión que tiene como elemento central el recorte de empleo. Y así, mientras financian simposios para hablar sobre la futura fiscalidad de los robots, machacan a la gente y evaden impuestos. Mientras Arantxa Tapia habla de planes industriales, se favorece el rentismo y una red clientelar parasitaria, todo de la mano de grandes consultoras ejerciendo su poder de cártel.

Es una vergüenza que, con la ayuda de medios gubernamentales y afines, se promueva un debate basado en mentiras sobre un proyecto inviable e ilegal, cuando los proyectos empresariales asentados pueden hacer todo tipo de desbarajustes sociales para justificar dividendos ante sus accionistas mientras se benefician de ayudas públicas sin retorno. La colaboración público-privada es otra cosa, no es una palanca para el chantaje a los representantes elegidos democráticamente, ni para hacer del antisindicalismo bandera, ni para hipotecar a pueblos y provincias enteras.