EDITORIALA

Un desdén inaceptable hacia un colectivo vital

El trabajo desarrollado por miles de personas dedicadas a la investigación médica y científica en todo el mundo ha sido fundamental para que año y medio después de que en China apareciera un nuevo virus que puso en paréntesis nuestras vidas la esperanza empiece a ganar terreno al miedo y a la incertidumbre. Esta es una afirmación con la que es difícil estar en desacuerdo. Las vacunas, por supuesto, pero también otras herramientas, están permitiendo por ejemplo que este verano sea probablemente más distendido que el de 2020, y que en otoño quizá seamos capaces de encarar la pandemia desde una posición mucho menos dramática. Y se lo debemos en gran medida a los investigadores e investigadoras.

Sin embargo, ese colectivo ha quedado relegado en la administración de las vacunas. A diferencia de lo que ha ocurrido con otros ámbitos laborales, considerados esenciales, el Ministerio español de Sanidad no ha incluido a las personas que se dedican a la investigación en su estrategia de vacunación, pese a que el Real Decreto 664/1997 establece que se debe vacunar a quienes mantienen contacto directo con algún patógeno. Obviando esta norma legal, no se les tuvo en cuenta cuando se diseñó la campaña. En el mejor de los casos por un olvido inexplicable; en el peor, por un desdén inaceptable respecto al trabajo que desempeñan.

Protestas y quejas, en algunos casos de carácter público, han permitido que en algunas comunidades se haya rectificado y que los investigadores ya estén vacunados. No es el caso de la CAV. A diferencia de lo que ocurre en Nafarroa, al medio centenar de personas que trabajan en proyectos de investigación covid en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa no se les ha dado la opción de vacunarse más que cuando le ha tocado a su grupo etario, y teniendo en cuenta la edad de muchas de ellas puede que tarden bastante en ser inmunizadas. Es algo que no tiene sentido y para lo que no sirve de excusa la política del Ministerio, ya que en otros lugares se ha visto que si se quiere se les puede vacunar. A Lakua le corresponde explicar por qué no lo ha hecho aún.