Raimundo Fitero
DE REOJO

Fobias

Cada década produce sus nuevas fobias. Cada lustro crea sus nuevas filias. Cada centenario fabrica y destruye la memoria histórica a base de monstruos, leyendas, proclamaciones y un paquete de palabras, hitos, héroes y poetas malditos. La fobia que siento por Aznar escapa de mis sesiones de sofá. Es verlo en cualquiera de mis pantallas y sentir el peso de la vida desperdiciada, de las ilusiones convertidas en sufrimientos imparables. Es una mezcla de rabia y toma de conciencia del momento en que todo se aceleró para llegar a este deterioro. Lo peor es que ese personaje corrupto es el que mece la cuna de la extrema derecha española. Y no es fobia, es análisis.

Por lo tanto hay que seguir los humos que lleven a otros fuegos, como es el caso de Lula, que en plena locura de Jair Bolsonaro, ese fascistas sin mascarilla, va recuperando su honor robado por un juez absolutamente corrompido por los poderes fácticos que llevaron a dar un auténtico golpe de Estado retorciendo las leyes en Brasil y eso propició la situación actual donde el caos, la desesperación de millones de brasileños nos devuelven parte de la razón a aquellos que vivimos en una auto conspiración perpetua, porque sabemos cosas que no podemos demostrar. Y cuando se descubre lo más próximo a la verdad, siempre es tarde, el mal ya está hecho y restituir lo roto, tiene unos costes adicionales tremendos para bienes democráticos y personas.

Por eso miro con un escepticismo mezclado con entusiasmo el centenario del Partido Comunista de China. Cuando veo esas imágenes realmente espectaculares de las reuniones de su Comité Central, experimento una modificación molecular de mis pensamientos políticos. Veo muchos uniformes, veo mucha retórica, veo a mil cuatrocientos millones de personas detrás. Y una realidad económica realmente deslumbrante.