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JOPUNTUA

¿Libertad para qué?


Ha sido lugar común reiterativo de profesionales profundos de la Opinión y de la Política del Reino, que la pandemia nos iba a hacer mejores, tertulia va y telediario viene. De igual manera que el trabajo iba a hacer libres a los de Auschwitz y Dachau a juicio de sus carceleros.

¿Mejores? Deben estar ocultos. Escondidos por miedo a relacionarse con la miríada de idiotas morales que la pandemia ha hecho florecer por doquier, ocupando los tiempos y lugares de la representación de una pseudodemocracia formal en franca descomposición.

De pequeño en casa, como a muchos, me educaron en la elección de la croqueta más pequeña del plato. Más tarde entendí que son los otros los que me constituyen, que sin los otros no soy. Gracias a los escritos de los antiguos comprendí que es mejor padecer la injusticia a cometerla. Que la libertad es el reconocimiento de la libertad o, lo que es lo mismo, que la libertad es la necesidad consciente. En resumen, que me he hecho un raro. La pandemia, no solo no me ha hecho mejor sino que me ha vuelto un miserable que odia a la mayor parte del personal que vierte sus opiniones en lo que llaman los medios. El confinamiento en soledad resultó tóxico. Cuando estás con más gente los comentarios sobre las estupideces del bobo de turno en televisión producen hilaridad. Nada como la risa. Cuando estás solo, los sinsentidos acaban irritándote hasta más arriba del cimborrio.

Veo el comportamiento de muchos jóvenes con relación a la pandemia y me asombro. «Son jóvenes» dicen los padres, «hay que comprenderlos»; «es que somos jóvenes», aducen los mismos jóvenes «queremos libertad». Libertad sin ira libertad, la definición ayusiana: tomar unas cañas y llevar una pulsera que ponga libertad.

«Somos libres, vaya consuelo» afirmaba una de las nueve estudiantes de Getxo al escapar del confinamiento de cuatro estrellas provocado por el mayor brote desde que empezó la pandemia. Sólo le pido a Dios que sean de algún colegio concertado y no de la pública.

La pregunta inicial, de Lenin, sigue siendo pertinente.