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KOLABORAZIOA

¿Olas artificiales en San Sebastián?


Si las olas artificiales son o no una buena idea, es algo que puede y quizá debe ser discutido. En particular, habría que considerar cuándo y dónde podrían tener sentido ese tipo de instalaciones. Sin embargo, lo que ahora urge dirimir no es una cuestión abstracta, sino una muy concreta, porque el Ayuntamiento de Donostia pretende construir una factoría de olas artificiales en el alto de Antondegi, a cuatro kilómetros del mar.

Ante tamaño (des)propósito, siete asociaciones ecologistas de Gipuzkoa han creado el colectivo Antondegi Berdea-Olatuak itsasoan («Antondegi Verde-Las olas en el mar»), con el objetivo de paralizar el proyecto. A ese colectivo nos hemos sumado surfistas de todo Gipuzkoa, porque consideramos que los argumentos en contra de la instalación son muchos y de mucho peso. Recomiendo ver: antondegiberdea.eus.

Antondegi forma parte del cinturón verde de San Sebastián y es un entorno de gran biodiversidad. Allí habitan zorros, tejones, cataginetas, ardillas, garduñas y otros mamíferos, así como 109 especies de aves, entre las que cabe destacar el milano real, en peligro de extinción. Construir en Antondegi una instalación del tamaño de nueve campos de fútbol, añadir otras dos hectáreas de cemento para los accesos y aumentar de forma notoria el tráfico en la zona supondría el deterioro de uno de los pocos entornos naturales que se conservan en Donostia.

Las instalaciones de olas artificiales son elitistas, ya que el coste de la entrada suele ser elevado. Por otro lado, promueven la artificialización del surf, modifican su relación ecológica con la naturaleza y distorsionan sus valores y su cultura. Además, en las olas artificiales se aprende a surfear más rápidamente que en la mar, por lo que provocan un aumento de la masificación de surfistas en las playas cercanas. Todo el mundo tiene el derecho –o el privilegio– de surfear, claro está, pero las playas tienen un aforo limitado y ya venimos padeciendo problemas serios de masificación.

Por si eso fuera poco, las infraestructuras de ocio (restaurante, hotel, tiendas etcétera) asociadas a estas instalaciones de olas generan un efecto de llamada aumentando un turismo ya de por sí sobredimensionado en Donostia, con lo cual la calidad de vida de la ciudad y su entorno sufriría un nuevo menoscabo. Y, por último, digámoslo claramente: crear olas artificiales al lado del mar es absurdo. Más aún en tiempos de emergencia climática y transición energética.

En la fase en la que estamos, la responsabilidad corresponde al Ayuntamiento de San Sebastián, porque es el Ayuntamiento el que, para sacar adelante el proyecto, debería recalificar el suelo público sobre el que pretenden edificar la instalación. Sin embargo, estamos viendo que, mientras los representantes municipales eluden el debate público, la empresa interesada defiende el proyecto en los medios de comunicación como si ya se lo hubieran adjudicado y fuera suyo. No parecen los modos más ejemplares para una democracia que se pretende madura.

A pesar de todo, aún estamos a tiempo. La ciudadanía ha conseguido paralizar recientemente un proyecto similar previsto para San Juan de Luz, y lo mismo ha ocurrido en otras tres localidades (dos francesas y una catalana).

Por todo ello, te quiero pedir que firmes a favor de la paralización de este proyecto: www.change.org/antondegiberdea. Si además de firmar colaboras en la difusión de este tema, mejor que mejor, porque Antondegi y nuestra salud ambiental bien lo merecen.