GARA
puerto príncipe

Los haitianos sobreviven al caos provocado por una cadena de desastres naturales

Los equipos de rescate siguen buscando cadáveres entre los escombros dejados por el terremoto que el sábado sacudió Haití y cuyas consecuencias se agravan por una tormenta tropical e inundaciones, una concatenación de desastres naturales que sume al país en el caos.

El último balance oficial de la Dirección de Protección Civil informaba de que el saldo del terremoto de magnitud 7,2 que sacudió el suroeste del país el sábado era de 1.941 muertos y 9.900 heridos. Pero todo se complicó el martes y ayer con la llegada de la tormenta tropical Grace, fuertes vientos que destruyen las tiendas de las personas que se han quedado sin hogar y lluvias torrenciales que han causado inundaciones que impiden las tareas de búsqueda.

60.000 hogares resultaron destruidos por el terremoto y otros 76.000 sufrieron daños diversos, y muchos edificios públicos también fueron afectados o colapsaron.

Empapados y exhaustos, muchos haitianos no tenían más remedio que vivir en las calles amenazadas ahora por las inundaciones. En la ciudad de Les Cayes, por ejemplo, más de 200 personas armaban refugios precarios en un campo de fútbol inundado, bajo un viento y una lluvia persistentes.

Con solo un gorro de ducha para protegerse del agua, Magalie Cadet está agotada por los tres días de penurias que acaba de soportar. «Hasta para hacer nuestras necesidades no tenemos dónde ir, así que tenemos que buscar en las calles para hacerlas», se lamentaba esta mujer de 41 años, con los nervios de punta por las constantes réplicas del terremoto. «Anoche me refugié cerca de la iglesia, pero cuando sentimos que la tierra volvía a temblar, volví corriendo aquí», suspiraba.

Al calvario de los damnificados que duermen a la intemperie se sumaron las lluvias de la tormenta tropical Grace, que se esperaba provocaran «grandes inundaciones» en algunas zonas, según el Centro de Huracanes de EEUU.

En estas condiciones, las autoridades haitianas pidieron que se «extreme la vigilancia» por las casas agrietadas, que podrían terminar de derrumbarse bajo el peso de la lluvia.

El acceso al agua también sigue siendo muy limitado en algunas zonas, como en la comuna de Pestel, donde más de 1.800 cisternas están agrietadas o destruidas. Al respecto, las autoridades recordaron que tras el devastador terremoto de 2010, que mató a 200.000 personas, la mala gestión de las aguas residuales en una base de la ONU provocó un brote de cólera que se propagó por todo el país.

Además, los hospitales siguen colapsados, sin recursos ni personal para atender a las casi 10.000 personas heridas.