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La guerra rebasa Tigray y desplaza a miles de personas

Miles de etíopes se han visto obligados a dejar sus hogares ante la expansión a las regiones de Afar y Amhara de la guerra en Tigray, que corre el riesgo también de salpicar a países vecinos como Sudán. Durante estos nueve meses de enfrentamiento armado organizaciones internacionales han innumerables vulneraciones de derechos: masacres, violencia sexual contra mujeres y niñas, y arrestos arbitrarios y desapariciones forzosas de tigriños en Addis Abeba.


Sin un horizonte de resolución cercano, la guerra que enfrenta al Gobierno central etíope y a la región norteña de Tigray desde hace nueve meses ha alcanzado una nueva dimensión desde julio pasado, al extenderse a las vecinas regiones de Afar (este) y Amhara (oeste y sur). La irrupción de las fuerzas tigriñas debido a la expansión de la guerra está obligando a huir a miles de personas.

«Después de tomar la ciudad, las Fuerzas de Defensa de Tigray (FDT) –integradas por el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), milicias y desertores– convocaron una reunión con los jóvenes, pero a ninguno de ellos se le permitió después volver, sino que fueron llevados a otros lugares y se les dio entrenamiento militar durante tres días», explica a Efe Derebe Wonde, un joven de etnia amhara de la ciudad de Kobo, que decidió abandonar su hogar junto a su familia y acudir a un refugio temporal alejado de su casa.

La guerra entre el Gobierno etíope y Tigray, que ya ha dejado miles de muertos y cerca de dos millones de desplazados internos, comenzó el 4 de noviembre, cuando el primer ministro, Abiy Ahmed, lanzó una ofensiva contra el TPLF, que gobernaba la región hasta entonces, tras una escalada de las tensiones políticas durante los meses anteriores y en represalia por un ataque contra una base militar federal.

El 28 de junio, el Ejecutivo etíope anunció un «alto el fuego unilateral humanitario» y el Ejército se retiró de varias ciudades –incluida la capital, Mekele–, pero las fuerzas amharas, que peleaban junto al Gobierno y habían anexionado de facto parte del oeste y el sur de Tigray –territorios sobre los que reivindican su derecho histórico–, siguieron sin moverse. Los amharas quieren poner fin a una disputa de tierras de larga data con el TPLF, al que acusan de haberles confiscado territorio durante sus tres décadas en el poder hasta la llegada Abiy Ahmed en 2018.

En ese escenario, los rebeldes tigriños tomaron un nuevo impulso para recuperar terreno y el conflicto se extendió hacia los territorios de Afar y Amhara, obligando a miles de personas de zonas hasta entonces ajenas al conflicto a huir.

Al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, donde se teme la llegada de nuevas olas de refugiados que socavarían aún más su ya maltrecha economía.

Ataque a la Gran Presa

Hace una semana, las autoridades de la región etíope de Benishangul-Gumaz, en el oeste del país, informaron de la muerte de más de 170 milicianos procedentes de Sudán que tenían intención de atacar la Gran Presa del Renacimiento, el macroproyecto etíope que ha generado un enorme rechazo en el país vecino por considerar que les arrebata los recursos del Nilo Azul. Al indicar en su comunicado que entre los fallecidos había integrantes TPLF, las autoridades etíopes estarían acusando a la organización de sumarse a otras iniciativas para atacar al Gobierno más allá de la guerra en las regiones Tigray, Amhara y Afar, lo que podría extender el conflicto también a Sudán.

En estos nueve meses, organizaciones internacionales han denunciado innumerables vulneraciones de derechos humanos, cometidas por las fuerzas leales a Addis Abeba y por las tigriñas. Amnistía Internacional (AI) denunció la masacre en Mai-Kadra de cientos de personas de la etnia amhara por parte del TPLF al comienzo del conflicto, pero también violencia sexual contra mujeres y niñas por parte de las fuerzas afines al Ejecutivo federal, algo que el Gobierno rechazó por «carente de rigor» y acusó a AI de llevar a cabo «una campaña de desprestigio» en su contra.

Esta misma semana, Human Rights Watch (HRW) ha denunciado desapariciones forzosas de tigriños por parte de las autoridades etíopes. «Desde finales de junio de 201, las autoridades etíopes han detenido arbitrariamente, han desaparecido por la fuerza y han cometido otros abusos contra personas de la etnia tigriña en la capital», declaró la organización, que instó a poner fin de inmediato a sus acciones contra esa comunidad por «razones étnicas» y a proporcionar información sobre los detenidos y desaparecidos.